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Guns N‘ Roses

Implacable Rock and Guns

Cronista: Redaccion El Bondi | Fotos: Alan Guex

06 de Abril, 2014

Implacable Rock and Guns

Guns N’ Roses explotó Ferro con un show de tres horas de puro placer. 30 mil personas tuvieron el lujo de ver a Axl Rose junto a Duff McKagan nuevamente arriba del escenario para desplegar la energía arrolladora que nunca perdió la legendaria banda californiana.

Espero me disculpes la demora. Hace casi 17 años que se esperaba este gran reencuentro. Axl Rose, cantante de Guns N’ Roses, y Duff McKagan, su histórico bajista, volverían a compartir escenario –mejor dicho, a destrozarlo- y dejar atónito a todo el público argentino, agrandando la esperanza por una futura reunión de la formación clásica. o al menos conformarse con la de Slash.

Si esperamos tantos años, ¿qué importaba una hora más? El recital estaba previsto para que comience a las 21, sin embargo los minutos pasaban y sólo se seguía escuchando la prueba de sonido. Dos horas después de haber escuchado a Coverheads cantando temas como “I believe in miracles” de los Ramones, se apagaron las luces y el público enloqueció.

Los primeros acordes de “Chinese Democracy” estremecieron a la gente, que no veía a los Guns en nuestro país desde el 2011 en el Estadio Unico de La Plata, y redoblaron la apertura con “Welcome to the Jungle” abriendo y anticipando una gran noche.

Antes de saludar y agradecer, Axl le pidió a la gente que dé unos pasos para atrás porque no quería que nadie se lastime. El campo estaba dividido gracias a la ingeniosa forma que tienen los empresarios de este tipo de recitales para ganar más plata con el campo vip. El cuidado de una banda hacia el público habla bien de estos veteranos del rock y la gente respondió muy halagada con un cálido aplauso.

Sólo hay algo que perduró desde la primera vez que tocaron los Guns en Argentina, allá en 1992: la voz de Axl Rose. Es intachable. Quizás no tiene la misma agilidad para recorrer el escenario de punta a punta, ni treparse a las torres, pero no hay nada que decir de su sucia, enérgica y arrolladora voz; que también puede ser dulce, como cuando interpreta solo con el piano de Chris Pitman, “This is love”.

Pero el gran condimento y atractivo de la noche esta vez fue protagonizado por Duff. No le bastó sólo con ser “el bajista que vuelve con la banda que le dio éxito”, sino que se encargó de demostrar que los años no jugaron ninguna mala pasada, que su profesionalismo como bajista no para de crecer y hasta se animó a cantar “Attitude” de Misfits y “Raw Power” de The Stooges. Un revival a The Spaghetti Incident, disco de covers editado por los Guns en 1993.


La gran carencia para la banda siempre fue la falta de Slash, aún así en la noche de Ferro no se notó. La nostalgia a veces enceguece y no permite valorar la enorme destreza de los tres guitarristas que salvan la noche una y otra vez: Ron Thal, Richard Fortus y DJ Ashba. Los gloriosos pequeños intervalos en los que cada uno deleitó al público con sus solos fue admirable. Quizás el más emotivo y chupamedias fue el de Ron Thal que pasó por los acordes de “November Rain”, “Abromal”, “Don’t Cry For Me Argentina” (de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice) y “Don’t Cry”, llevándose todos los aplausos.

Los clásicos como "Sweet Child O‘ Mine", "Used to Love Her" y el "Knockin‘ on Heaven‘s Door" de Bob Dylan, también sonaron y revivieron la adolescencia de varios treintañeros que no paraban de bailar y cantar. El final a cargo de “Paradise City” y “Baby Blue”, acompañado por pirotecnia que salía desde el escenario y papelitos rojos que volaban en todo el predio, emocionó a un público sediento de Guns, lleno de alegría y con sobredosis de satisfacción.

Tres horas a puro rock coronaron a este show que tuvo como atractivo la vuelta de Duff McKagan a los Guns N´Roses. Pocos placeres se pueden comparar con la posibilidad de escuchar a esas bandas legendarias, que hicieron grande al rock, que crecieron con este género y siguen vigentes. La voz de Axl no envejeció ni un poco, es un mito intacto, pleno, no necesita ningún complemento. Aunque, si nos ponemos pretenciosos hay uno que le volvería a quedar muy bien: Slash.

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