Cat Stevens
Bienvenidos al tren
Cronista: Pablo Andisco | Fotos:
Beto Landoni
El show de Stevens naturalmente ancló en sus discos más célebres (Tea for the Tillerman, 1970 y Teaser and the firecat, 1971), pero fue bien representativo de su carrera, si tenemos en cuenta el hiato que significó su conversión al Islam, no exento en polémicas, y su ausencia de la industria musical por más de veinte años.
Tras varios cambios de guitarra, Stevens se sentó por primera vez al piano para tocar una hermosa versión de “Sad Lisa”. Volvería más tarde para hacer "Foreigner suite", y bromear con las similitudes con el tema de Coldplay “Viva la vida”, una polémica supuestamente archivada, aunque no exenta del palito. También hubo lugar para su primera composición (“I love my dog, single debut editado en 1966) y para la última, “You can do (whatever)”, incluida en "Jobs", la película sobre el fundador de Apple.
“Maybe there’s a world” enganchada con “All you need is love” encendió al público, en contrapunto con el sosegado “Roadsinger”, título de su último trabajo de estudio, que fue seguida con atención. Ya encarando la parte final del concierto y antes de "Changes", Stevens arengó, aunque no con mucha suerte ("¡Es una canción revolucionaria!"); algo que sí logró “Father and son” por su propio peso específico. “Peace train” significó el cierre formal del concierto, aunque, claro, había más. Primero, “Morning has broken” y para terminar, “Wild world”, ahora sí, con la gente cantando de pie y despidiendo con aplausos al cantautor, quien se fue regalando deseos de peace and love.
23 de Noviembre, 2013
El cantautor ahora bautizado Yusuf Islam se presentó por primera vez en Buenos Aires en el marco del Peace Train Tour. Hora y media de nostalgia, canciones inoxidables y un artista que supo trascender su propia historia.
El Luna Park cambió de aspecto. Ya no están las imágenes de gestas deportivas e hitos artísticos que colgaban de lo más alto y entretenían la previa. Allí también llegaron los sponsors. Bastante más abajo, el público llega de a poco y se acomoda en sus butacas. Cat Stevens -nadie lo llama Yusuf- está por debutar en Buenos Aires y muchos de ellos, la gran mayoría, lo viene esperando por décadas.
Finalmente, a horario y sin preámbulos, soma la figura del cantautor y acompañado apenas con su guitarra arranca con “Moonshadow”, uno de los tantos hits que lo pusieron en lo más alto de la marquesina durante los ’70. Era época de parabienes para el folk y el de Stevens supo trascender fronteras y generaciones, apoyado en arreglos pop, riesgos sinfónicos y una voz privilegiada –e intacta, cuarenta años después-. Con “Where do the children play” y “Sitting” se fue completando la banda, que ya en plenitud se lució con “Midday”, tema incluido en An other cup, primer disco como Yusuf, editado en 2005.
El show de Stevens naturalmente ancló en sus discos más célebres (Tea for the Tillerman, 1970 y Teaser and the firecat, 1971), pero fue bien representativo de su carrera, si tenemos en cuenta el hiato que significó su conversión al Islam, no exento en polémicas, y su ausencia de la industria musical por más de veinte años.
El público que colmó el Luna Park, nostálgico, transgeneracional, siguió el show con respeto y admiración, según el caso. Por su parte y pese a reconocer que de español sólo speak a little, Yusuf se mostró locuaz y se permitió algunas bromas. En "First cut is the deepest”, por ejemplo, la gente estalló cuando reconoció el arpegio, y el cantante lanzó al final “Todos piensan que es de Rod Stewart… Me gusta Rod”.
Tras varios cambios de guitarra, Stevens se sentó por primera vez al piano para tocar una hermosa versión de “Sad Lisa”. Volvería más tarde para hacer "Foreigner suite", y bromear con las similitudes con el tema de Coldplay “Viva la vida”, una polémica supuestamente archivada, aunque no exenta del palito. También hubo lugar para su primera composición (“I love my dog, single debut editado en 1966) y para la última, “You can do (whatever)”, incluida en "Jobs", la película sobre el fundador de Apple.
“Maybe there’s a world” enganchada con “All you need is love” encendió al público, en contrapunto con el sosegado “Roadsinger”, título de su último trabajo de estudio, que fue seguida con atención. Ya encarando la parte final del concierto y antes de "Changes", Stevens arengó, aunque no con mucha suerte ("¡Es una canción revolucionaria!"); algo que sí logró “Father and son” por su propio peso específico. “Peace train” significó el cierre formal del concierto, aunque, claro, había más. Primero, “Morning has broken” y para terminar, “Wild world”, ahora sí, con la gente cantando de pie y despidiendo con aplausos al cantautor, quien se fue regalando deseos de peace and love.
Lejos de añorar el tiempo perdido, Yusuf Islam interpretó las inolvidables canciones de Cat Stevens, ofreció las mejores de su repertorio y emocionó sobre el escenario del Luna Park.
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