Festival Planeta Terra
Canciones pegajosas
Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos:
Beto Landoni
14 de Noviembre, 2013
Travis, Lana del Rey y Beck se presentaron en Tecnópolis en el marco del Planeta Terra Festival 2013
Cuando creíamos que la Ciudad del Rock en Parque Roca era incomodísimo, llegó Tecnópolis para avisarnos que también nos iba a costar volver a casa. Villa Martelli a las dos de la mañana un jueves: te-la-re-ga-lo, y más para los miles de fanáticos de Lana del Rey que se lookearon cual fashion week y decidieron irse antes de que empiece Beck. Se fueron como si tocara Ivan Noble canciones de Silvio Rodriguez, vaciando el vip y dejándolo libre para las casi tres mil personas que fueron a ver a uno de los íconos más importantes de los noventas.
El Planeta Terra comenzó muchísimas horas antes, a las 17:20 con Baltasar Comotto (guitarrita del Indio Solari) que tocó para los desempleados que un jueves no tienen que estar de 9 a 18 encerrados en una oficina. Rock sucio y pesado pero melódico para un poco más de doscientas personas. “Lo mejor del día”, dijo nuestro fotógrafo que le escapa a cualquier sonido pop que salga de un parlante. Este cronista, que soporta las 40 horas semanales no pudo llegar ni por casualidad y le dejó la responsabilidad a su compañero que se plantó firme desde bien temprano.
Lo de Palma Violets fue extraño: banda cancionera y guitarrera con un lindo primer disco y buena respuesta de la critica especializada. Podría esperarse que toquen un poco más tarde, pero los mandaron a las 17:50 para casi trescientas personas que llegaron a ver qué tal todo. “Bien”, dijo nuestro fotógrafo rockero, que para que diga eso habrá estado genial. A este redactor todavía le quedaban 10 minutos para salir de la fosa y cruzarse media ciudad para tratar de ver a los ingleses que tocaron casi todo su primer disco “180”.
Le siguieron los de UN, proyecto de los ex Victoria Mil, que repiten formula synth pop y esa voz poco dichosa de Julian Della. “Poco aplauso y con ganas de que llegue Lana”, resumió un chico parecido a Axel Kutchevasky pero joven y gay, que saltaba de la alegría cual believer cada vez que la nombraba. A las 19 le tocó el turno a El mató a un policía motorizado que siguió presentando Dinastía Scorpio, su último gran trabajo que demuestra que es una de las bandas en vivo mejor preparadas y que sólo es cuestión de esperar un par de años para que la gente se de cuenta de eso.
La mezcla de estilos siguió y luego de las guitarras sucias de los de La Plata llegaron los hippies más limpios del condado: Onda Vaga, que calladitos, calladitos, se hicieron un Luna Park y tocan antes de los tres shows principales del festival. Nada mal para unos chicos que fueron creciendo con el boca en boca, evitando la comparación con Manu Chao e intentando llegar a un sonido propio que poco a poco lo están descubriendo.
Un poco antes de las nueve de la noche los británicos Travis subieron al escenario para refregarnos todo su encanto pop cancionero que funcionó tan bien a comienzos del 2000 con la invasión post-britpop con Coldplay, Keane, Starsailor y Athlete, entre tantos otros que supieron fusionar, algunos mejor que otros, el pop meloso con guitarras que priorizaban los estribillos demoledores y tarareables. Fue con su segundo disco donde pudieron explicarle al mundo que podían sacar algo hermoso y tener éxito comercial. “The Man Who…” (2000) sigue siendo su mejor trabajo porque además de las buenas canciones, el album está cargado de una carga emotiva que se fue perdiendo con “The Invisible Band” (2001) y casi desapareciendo en sus cuatro discos posteriores. Repitieron fórmula e ingredientes, pero el nivel de canciones de su segundo trabajo no lo volvieron a encontrar. Casi como le pasó a Coldplay con sus dos primeros discos que fueron geniales y luego fueron perdiendo esa magia para encontrar la canción perfecta.
Los británicos fueron a lo seguro y repartieron hits de sus siete trabajos de estudio, que incluyeron a Side, Closer, Selfish Jean, Where you Stand, Sing y Driftwood, como algunos ejemplos de las 13 canciones de la noche, con Why Does it always rain on me? como gran final de un set correcto que no intentó salirse del libreto. Los ingleses agradecieron más de veinte veces, se rieron, le cantaron el cumpleaños al bajista Dougie Payne y le pusieron onda la hora y minutos de show.
Pausa de quince minutos para que comience la histeria desenfrenada de una artista que apenas sacó dos discos pero que inundó las radios y el youtube, convirtiendo, sin saber cómo, a Lana del Rey en un ícono gay y figura pop mundial. Lana, con su extraña belleza de botox y labios gigantes, entró descalza y con un vestido blanco y corto, provocando todo el tiempo, casi olvidándose que estaba en un escenario, moviéndose en puntas de pie, mostrando las piernas haciendo suspirar a mujeres y hombres que gritaban con cada gesto que la colorada hacía.
Luego del excesivo éxito de Born to Die (2012), Lana del Rey se olvidó de su primer trabajo y presentó casi entero el disco que la hizo despegar comercialmente, con los momentos más altos en sus hitazos Blue Jeans, Born to Die y Videogames, pero yendo por distintos climas como Cola o Young and Beatiful, que cada vez recuerda más a Kate Bush como influencia más obvia pero con dejos del pop de fines de los noventas con Britney Spears a la cabeza.
Terminado el show, más de la mitad de público decidió irse a sus casas, quizás por la hora o porque no les importaba ni un poco Beck. Esto quiere decir que los que estaban en el campo VIP se gastaron 900 pesos para ver una hora de Lana del Rey. Y como el VIP estaba prácticamente vacio, los organizadores decidieron volver a los viejos tiempos cuando no habían vayas que separaban a los que podían gastarse mucha plata para estar más cerca de la banda. Beck salió y parecía que estábamos en el Teatro de Flores, con la banda a pocos metros para tocar veinte temas de su variadísima colección de discos.
El arranque con “Devil’s Haircut” adelantaba que sería una jornada hitera, con “Novacane”, “Loser” y “Hotwax” de un saque, para pasar a "Qué onda Güero", con esa facilidad de Beck para mechar estilos y siempre caer bien parado. Prueba de eso es “Get Real Paid”, un claro homenaje Prince e imponiendo sus dotes en la voz, que si bien el falsete ayuda, Beck lo hace a la perfección.
Hitazos, baile, guitarras criollas para "The Golden Age" y "Lost Cause" del disco Sea Change (2002) y de vuelta arriba con "Girl", "E-Pro" y hasta covers de Michael Jackson y Gloria Jones ("Billie Jean" y "Tainted Love", pero a lo Beck, claro). El final con "Where it’s at" a la 1:30 de la noche fue a los saltos y con todos listos para salir a la vida y esperar el 111 que se le ocurrió dejarnos esperando una hora. “¡Pero vimos a Beck!”, gritó uno para ponerle onda, y todos reímos y fuimos felices un rato esperando que la lluvia no nos termine de matar. El 111 llegó y arriba del colectivo a uno se le ocurrió poner Odelay al palo, en Villa Martelli, un campeón.
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