Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Omar Mollo

Rockero de arrabal...

Cronista: Gentileza: Gaby Salomone | Fotos: Gentileza: Ro Diaz

17 de Octubre, 2005

Rockero de arrabal...

Omar Mollo presentó su última placa de tangos “Gola” en el ND/Ateneo. Fue una noche donde del cantante de rock pesado demostró una vez más que a ese “vozarrón” lo sobra talento, incluso para deleitar con melodías arrabaleras

Mientras en el norte de la Ciudad, Ricardo y su “aplanadora” hacían hervir el templo y el rock estallaba en el octavo día del Pepsi. A la misma hora, y casi en el mismo instante, pero en el otro extremo de la geografía porteña, otro Mollo, Omar (su hermano) destila arrabal y milongas.

Lejos de la adrenalina y el furor de Nuñez, el clima en el ND/Ateneo ofrecía una noche para apoltronarse de nostalgia en la butaca y tararear emotivos clásicos de grandes poetas como Homero Manzi, Enrique Cadícamo o Dicépolo.

El motivo de la cita era la presentación de “Gola” la reciente placa y la segunda en la que con más de treinta años en el rock, Omar Mollo incursiona en la música ciudadana. El fundador de la legandaria banda de rock pesado MAM (mente alma materia) de los años 70 y 90 viene cosechando elogios no sólo de la juventud rockera que en las últimas presentaciones de MAM ya le viene pidiendo tangos, sino también del ambiente tan selecto como es el arrabal porteño, donde figuras como Rubén Juarez, Beba Pugliese y Luis Stazzo entre otros, ya le dieron el “visto bueno”.

A primera vista, el contraste es patente: con su abultada melena, borcegos y vestido de negro, Omar Mollo parece una mezcla de Pappo, con la voz de Iorio (Almafuerte), cantando “Naranjo en Flor” en el tono del polaco Goyeneche. Pero la diversidad en esa mezcla no desentona, ni choca, por el contrario, su calidez y la potencia de su voz sumada a la excelencia de los músicos que lo acompañan, cautivan de forma tal, que cada tango palpita su esencia.

Un piano de cola, un contrabajo, la infaltable acústica y el mítico bandondeón acompañaron a Mollo en un recorrido que abarcó clásicos como “Cafetín de Buenos Aires”, “Bandoneón arrabalero”, “La última curda”, y “Garúa”, entre otros.

La respuesta del público, que contaba con familias enteras (desde el abuelo hasta el nieto), fue de una incansable seguidilla de aplausos y ovaciones, frente a un Mollo, por demás distendido y risueño que hasta posó gentilemente para La Bitácora desde el escenario.

La repercusión fue tal por parte de la gente, que tras la despedida de bises, y ante la insistencia de una sala de pie y a los gritos, Mollo salió emocionado al escenario una vez más, para cerrar con “Pasional” .

Si señor, desde el rock pesado a la música ciudadana, la versatilidad de Omar Mollo en las interpretaciones de un género tan difícil de entonar como el tango, es tangible. La razón: es la misma de siempre, sólo el talento hace posible esa convivencia de estilos en un artista.

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