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La Chancha

La felicidad los necesita

Cronista: Gentileza: Pablo Rios | Fotos: Redaccion El Bondi

28 de Septiembre, 2012

La felicidad los necesita

La banda uruguaya La Chancha volvió al país después de más de un año de espera, en un formato acústico y con cinco de sus doce integrantes en escena.  Antes de ellos, SensaFilo y Tierra de Fuego llenaron de acordes a Cátulo Castillo.

SensaFilo empezó la noche repasando su repertorio en un adaptado show acústico con guitarras, bajo y una pseudo batería, pero sin dejar de lado el baile, el glamour y la alegría que los caracteriza y que vienen demostrando hace varios años. La adaptación a la chacarera de su canción “El hazmerreir” fue lo más destacado, como así también divertidas incursiones hacia canciones ajenas como “Last train to London” o “La isla del sol”.

El trío Tierra de Fuego (anfitriones de los uruguayos en antiguas visitas) siguió la jornada, tuvo tiempo para interpretar diez canciones, y su show estuvo basado en la acústica. Un buen sonido les permitió un amplio panorama musical que regaló en su set muchos momentos agradables. La banda arrancó con “Desierto”, y al toque invitaron a Javier Pérez, guitarrista de La Chancha para hacer la sentida "Veinte abriles”, para seguir la lista con viejas (“Que hace una chica como vos en un hotel como este”) y nuevas canciones (“En la próxima vida”).

El ambiente acompañaba con las palmas al ritmo de “Calles de noviembre”, que fue la canción más destacada  la noche. Para la ranchera “Ay, mi vida” subió Juan Bervejillo, cantante de la banda uruguaya, y sobre el final quedaron versiones muy particulares de "Oh, oh, oh", "Casino", y el cover "Asesiname" de Charly García, que se hacía más rara al no contar con un piano.

Desde el otro lado del charco los músicos de La Chancha que extrañaban venir a la Argentina, subían al escenario para reencontrarse con su público y rendirle culto a la cultura latinoamericana. Usando cajón peruano para suplantar la batería de la mano de Daniel Aguerregoyen, sumaron también el saxo del argentino Mireya a las dos guitarras electroacústicas y al bajo acústico, algo que hacía que no dejen de tener la potencia a la que acostumbran.

Las guitarras le daban al show cortes, melodías y sensaciones extrañas a las canciones, donde las letras tomaban un protagonismo principal, y se destacaba esa lírica fuerte, irónica y peleadora de Bervejillo, en canciones como “Axidente”, “Devolución” o “Comerse un buey”. La delicadeza se hacía presente en las ricas melodías de “Yo jugaré” o “Si mañana no es muy tarde”, esta última una perfecta canción de amor que dice todo lo que hay que decir en apenas un minuto.

Las reminiscencias tangueras de “Es todo lo que podemos hacer sin plata” o “En un pueblo así”, se materializaron cuando el bajista Alejandro Nari cantó de sopetón el tangazo “Chorra” de Enrique Santos Discépolo. “Voy a tocarle el culo a Dios, voy a proclamarme presidente” escupe la banda en “Que viene después”, y luego pega una patada en la nuca con la irónica “La felicidad te necesita estúpido" (“no sueñes, buscate un patrón/una idea, un estandarte/una formula, una loba, que te alivien la existencia”).

Una noche de rock under volvió a sentirse en Palermo: grandes, diversos y completos shows acústicos, y en especial la vuelta de La Chancha a la Argentina, hicieron que se vuelva a vivir el rock independiente.
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