Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Mud Morganfield

Con el blues en la sangre

Cronista: Gentileza prensa | Fotos: Beto Landoni

27 de Julio, 2012

Con el blues en la sangre

Mud Morganfield, el hijo del legendario Muddy Waters, visitó por tercera vez Argentina y actuó en La Trastienda Club. Acompañado por una selección de músicos locales, presentó los temas de su última placa, Son of a seventh son, y repasó los clásicos de su padre.
 

Pasadas las nueve y media de la noche, las mesas que pueblan La Trastienda están ocupadas en su totalidad por un público heterogéneo, que abarca desde jóvenes veinteañeros sedientos de blues hasta viejos amantes del género. La aparición de “La Argentina Blues Band” -grupo que acompaña al protagonista estelar de la noche- y sus primeras interpretaciones instrumentales permiten templar el ambiente y dejarlo preparado para la aparición del músico a quien muchos apodan con justicia “El Hijo del Blues”.
 
“Para quienes no vimos a Muddy Waters, aquí tenemos una persona que nos va a hacer recordar mucho a él”. Roberto Porzio, guitarrista de “La Argentina…”, oficia como presentador de Mud Morganfield, el hijo mayor del legendario bluesman de Chicago. Luego de recibir un caluroso aplauso del público, este hombre gigante, vestido con un elegante traje rosa claro y con una toalla en su mano, toma asiento en el escenario y descarga “Short dress woman”, el primer tema de su último disco Son of a seventh son.

“¡Muchas gracias!”, son las únicas palabras que pronuncia Mud en castellano. Solemne, imperturbable, como una especie de buda concentrado en sus interpretaciones, el músico repasa “You can’t lose” y “Don’t write me letter”, e impulsa a Roberto Porzio en guitarra slide y a Rubén Gaitán en armónica, a interpretar extensos solos, que ejecutan con la maestría de quiénes saben qué terrenos están pisando. “¡Tómate tu tiempo, tócanos un blues!”, le pide a Walter Galeazzi, el tecladista del grupo, quien ejecuta su respectivo solo.
 
A lo largo del show, los músicos que acompañan a Mud demuestran que están a la altura no sólo de la figura que acompañan en el escenario, sino también del legado que éste lleva a cuestas. Promediando la presentación, llega el primer gran clásico de Muddy Waters, “Hochie Coochie Man”, que levanta la temperatura del lugar. “¡I’m the hochie coochie man!”, afirma Mud con todo el caudal de su voz, y se sonríe ante el solo de Roberto Porzio, como quien disfruta de un buen momento.

“Quiero dos chicas que se acerquen a bailar al escenario. Me gustan las mujeres argentinas. ¡Quiero que muevan todo los que les dio su mami!”, pide Mud. No suben dos, sino tres mujeres, para bailar al ritmo de “Catfishing”, también perteneciente a su último disco, y hace votar al público por una de ellas. ¡Hasta él se anima a bailar! Será el único momento en el que abandone su quietud en el escenario, aunque no su intensidad.
 
“Vamos a poner un poco de acción”, dice el hijo del gran Muddy Waters, y arremete con “Blues in my shoes”, tema en el que canta: “Si creés que no tengo el blues, me gustaría que hubieras caminado con mis zapatos / Tengo el blues desde hace tanto, que ya no sé que hacer”. Cuenta historias sobre su padre, interactúa con sus músicos – especialmente con Rubén Gaitán- y con el público, definitivamente se siente a gusto. En el clásico “Mojo Workin’” presenta nuevamente a todo el grupo y se repite la ronda de solos, que permite el espacio de lucimiento personal de Toto Palacio en guitarra, Gabriel Cabiaglia en batería y Mariano D’andrea en bajo.
 
Para el momento de los bises, lo que todos esperaban: una electrizante versión de “Manish boy”. “¡I‘m a man / I‘m a rollin‘ stone /I‘m a man / I‘m a hoochie coochie man!”, canta Mud, y en el final de cada frase se escucha el grito del público, que parece trasladarse al mismísimo Chicago de las años ’50, aunque esté aquí, en la Argentina, y en 2012. Es que el sentimiento es el mismo: el amor por una música que impacta directo en el corazón.
 
En su tercera visita a la Argentina, Mud Morganfield demostró que es un digno hijo de su padre, y que mantiene vivo y con altura su legado. Pero también es un increíble cantante de blues, que no pretender ser solamente “el hijo de…”, sino que despliega una personalidad propia en sus interpretaciones y su postura en escena. Nada es impostado en él; todo lo siente y lo expresa en su voz y sus gestos. Acompañado por el profesionalismo de “La Argentina Blues Band”, demostró que el género del blues goza de perfecta salud y aún le quedan muchas más páginas por escribir en la historia de la música contemporánea.

TxT: Augusto Fiamengo 
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