La Trastienda blusera de Jerry Portnoy

A fines de los 60, el sueño del chico que creció cerca del histórico mercado de Chicago de Maxwell Street se comenzaba a cumplir: Jerry Portnoy entró a la reconocida Muddy Blues Band en reemplazo de su armoniquista George "Mojo" Buford. Ese fue sólo el principio de la carrera de quién en 1989 formaría su propia banda, Los Streamliners, y dos años más tarde iba a tocar con Eric Clapton.

Esta cita blusera tenía como lugar La Trastienda, en el barrio de San Telmo, dónde desde las 23 la gente ya comenzaba a acercarse. Repentinamente, el protagonista de la noche apareció con una valija en medio de algunos de los fans que esperaban para verlo y entró por la puerta principal del boliche. Los que llegaron a verlo, quedaron sorprendidos y les llamó la atención la sencillez de este hombre, que carga con años de trayectoria y talento, pero que también puede mostrar su lado humano y pasar al lado de ellos, casi sin llamar la atención.  
 

Pasada la medianoche, el show comenzó con Josh Fulero a la cabeza en guitarra y voz y La Argentina Blues Band integrada por Gabriel Cabiaglia en batería, Mauro Ciriello en bajo, y Walter Galeazzi en teclados; y para climatizar el ambiente tocaron “Done got Over It” y “Call me Mama”.
 

Esta vez, el salón de La Trastienda no estaba pensado para pogos como en cualquier recital rockero. De hecho, no era cualquier recital, era una original noche de blues, con uno de los máximos íconos del género pero en Buenos Aires y había que disfrutarlo como tal. Las mesas estaban con algún trago adecuado para los cuarentones que estaban sentados allí, hasta que el “Are you ready for Portnoy?” presentó al tan esperado armoniquista, quién de traje con tiradores y corbata salió a mostrarle al público porteño lo que es un verdadero solo de blues en “Blues is a dream”.
 

Durante dos horas de show, pasó por toda su carrera con temas como “Misty”, “Walking by Myself”y “My babe”. Pero sin duda, lo más atrapante e inolvidable del recital sucedió casi al final, cuando Portnoy bajó del escenario en "How Long", solo con su armónica y un tubo de papel para que el sonido llegue a todos, y fue tocando entre las mesas, mirando a los ojos de cada una de las personas que estaban allí.
 

Jerry Portnoy demostró que la edad sólo le dio experiencia y alegría. Durante toda la noche no pasó de agradecer al público y al terminar el show, se quedó en la puerta firmando autógrafos y sacándose fotos. Sencillez y grandeza se puede combinar: miremos a Portnoy. Pero por sobre todas las cosas no dejemos de escucharlo.

FOTOS: Colaboración especial Andrea Celis