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Los Pericos

Siete que suenan de 10

Cronista: Gentileza: Pablo Krause | Fotos: Beto Landoni

07 de Septiembre, 2005

Siete que suenan de 10

Los Pericos pisaron el templo del rock por primera vez con su nueva formación para presentar 7, su último álbum. Algunos invitados sorpresa y hasta una murga sirvieron para darle color a la “fiesta perica”



Prueba de fuego para la formación “post-Bahiano” de Los Pericos, presentación de su disco en el mítico Obras Sanitarias. Si bien en los últimos tiempos –tal vez “gracias” a la excesiva difusión- hacer un Obras no representa una hazaña tan temeraria, no deja de ser el “Templo del Rock”, y por eso, todo show que se haga ahí pasa a ser especial.

Si bien el estadio estuvo lejos de colmarse (las populares no fueron habilitadas siquiera, y en la parte de atrás del campo se podía caminar sin mayores molestias), tanto la banda como el público supieron suplantar la falta de gente con un tercer elemento, algo así como una química compartida que ayudó a disfrutar del show sin darle importancia a las circunstancias externas.

Quizás el único elemento negativo que causó esa falta de convocatoria hayan sido los cuarenta minutos de retraso antes de salir a escena, pero por otro lado, la gran mayoría de los presentes ya se habían hecho poseedores del nuevo disco (gracias a una muy accesible promoción de “disco y entrada” a unos 30 mangos), algo que se notó en el desarrollo del show.

Con una escenografía casi “minimalista” (apenas un “7” luminoso en el fondo del escenario) luces rojas y verdes “inundaron” Obras para darles paso a los siete Pericos, que decidieron arrancar de la misma manera que su último disco, con “Fácil de engañar” y “Planeta de mentiras”, aunque la versión en vivo de la primera contó con algunas diferencias respecto de la original (menos maquinita y más rock) que se reflejó en la respuesta de la gente.

“Home Sweet Home” fue el primer tema de la “era Bahiano”, y no defraudó. Es verdad que la incursión de Cucho, de Los Auténticos Decadentes, tuvo mucho que ver con eso. De hecho, por momentos el tema sonó muy similar a la versión incluida en “Mil Vivos”. La “invasión decadente” –como la definió Cucho- terminó de conectar al público con los músicos, que disfrutó de una seguidilla de clásicos bien hiteros de la primera época como “Nada que perder”, “Monkey Man” y “Voy caminando lento”.

Esa conexión con el público fue progresiva a lo largo de todo el concierto. Cada tema era más coreado que el anterior, más chicas se subían a los hombros de los chicos, más pibes revoleaban las remeras, los que antes estaban parados empezaban a saltar y a los músicos cada vez les costaba más encontrar las palabras para expresar su agradecimiento a la gente. “Gracias por todo chicos, estamos muy contentos” fue el mejor esfuerzo de un Juanchi desbordado por la alegría.

Esa energía que compartían tanto quienes estaban arriba del escenario como quienes escuchaban desde abajo se hizo evidente en todos los temas, desde “¿El gordo donde está?” –por el gaitero ausente en Ojos de Ciudad-, los reversionados versos de “Su Galán” (“… la tiene en cuatro, piri pi pi pi…”, pueden imaginarse el gesto) o incluso en la manera de calmar los ánimos después del palo al Bahiano (“la p…. que te p….”), al termino de “Mi Plan Perfecto”, a lo que Juanchi pidió un poco de “buena onda”, parafraseando al grupo que cantaba el hit brasilero.

Tal vez la gran sorpresa de la noche haya sido la interpretación de “Waiting”, un tema que –hasta el momento- no había formado parte de los recitales de esta formación de los Pericos. Y antes de hacer el famoso “amague” a dejar el escenario, “Movida Rastafari” y “No me pares” –entremezclada con “Blitzkrieg Bop", de los Ramones- lograron desatar la locura de los presentes, que –al término de “Pupilas Lejanas”- despidieron a la banda con una murga formada por ocho fanáticos que se acercaron al lugar con sus bombos y redoblantes.

Los bises arrancaron bastante tranquilos, con “Satélite de vos” y “Cerca de Mi”, algo que puede no haber sido la mejor estrategia, ya que desperdició buena parte de la adrenalina generada anteriormente. Para cerrar llegaron “El Ritual de la Banana” –pedida por el público, según Juanchi- y como es costumbre, “Casi nunca lo ves”.
Es inevitable realizar una comparación entre las diferentes etapas de Pericos, y lejos de calificarlas una por encima de otra, habría que decir que son simplemente diferentes. La banda se muestra hoy mucho más suelta arriba del escenario, logrando una buena relación musical entre todos los instrumentos y dándole a las canciones un sonido algo más rockero, sin dejar de lado esa mística reggae que caracterizó a la banda durante toda su carrera. Como se dice en estos casos, lo que no te mata… te hace más fuerte.
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