Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Los Cafres

Noche de Luna... lleno

Cronista: Gentileza: Gaby Salomone | Fotos: Gentileza: Ro Diaz

25 de Agosto, 2005

Noche de Luna... lleno

Soberbio debut de los Cafres. Todo el peso de una trayectoria de casi dos décadas se hizo sentir a puro reggae en un show de exquisita extensión y amplia convocatoria

Vienen de colmar dos Obras, de sellar el despertar de un género con un nombre donde encarnarse. Además desafían: hacen del reggae una fiesta, llenan un Luna Park, y después de esto, a ver señores, “Quién da más” ...

La antesala hablaba por si sola, daban las nueve y el reclamo incesante de la gente por la banda amenazaba con estallar en una fiesta. El clima ya se desplegaba con globos rojos, verdes y amarillos rebotando en la multitud que se agitaba al borde del escenario.

Bonetto y los suyos se hicieron rogar por media hora más, mientras el Luna seguía cubriéndose de rastas, remeras de Marley, gorros de lana tricolor, y mucha carcajada detrás del humo. Todo eso, si hablamos de aquellos de siempre, los de ahora también se sumaron, de las edades más variadas y los estilos más disímiles, sin duda, Cafres conquistó hasta coquetas señoritas engalanadas de glamour.

A las 21.30 clavadas una ovación generalizada se hizo sentir en la oscuridad y la fiesta abrió con un fondo de samplers y la voz de Bonetto entró en escena al ritmo de “Boom Boom QD+?”. Se hizo la luz, y el show se dejó ver con dos plataformas montadas sobre las tablas, allí en lo alto: a un lado los vientos y percusión, al otro: batería y cuerdas. En lo bajo, al borde de la hinchada, el showman con pañoleta en la cabeza se meneaba al lado del tecladista. La sorpresa: cuatro bailarinas irrumpieron enfundadas en inmaculadas pieles blancas con una modesta coreografía.

Y se vinieron “Mostrame cómo sos” , para luego “Despertar” hasta “El Romano” , y la “Declaration of rights” de Abysinians. En tanto, Bonetto no dejó de recibir y acomodar cuanta bandera le arrojaban desde publico, y así... entre tema y tema los trapos terminaron por armar la escenografía.

La energía del público se percibió en el agite, al punto que el líder de los Cafres pidió un poco de agua para “la primera línea de combate” y desde allí puede decirse que el estadio entero “rompió filas” para moverse durante tres horas. Por supuesto, la calma también alcanzó los rincones en temas como “Mar de amor” , “Este jardín” , “Mi aliento” y “Tu voz” .

Las bailarinas reiteraron sus apariciones en varias oportunidades, donde su vestuario fue cambiando en una especie de destape en cuotas, y para “Objeto sexual” , hicieron alarde de una danza sexy en minifaldas.

El recorrido por un repertorio de 38 temas estuvo marcado por un sonido excelente que ratificó la armonía de la banda que contó con varios invitados como el infaltable fundador de los Cafres, Sebolla (batería), Ariel de “Riddim” (saxo), Mosca de los Auténticos Decadentes (percusión) y Arturo de “Cultura Profética” (trombón).

Me arriesgo a sentenciar que con dos Obras, los Cafres sacaron a la luz un género explorado por muchas bandas, pero encarnado por pocas. Aunque cualquiera podría intuir que tras esto, la idea de arremeter con un Luna Park es sólo parte de un proceso natural para una banda con trayectoria, convocatoria comprobada, de todos modos, el desafío implicaba ir un paso más allá: meterse en los oídos de un público más amplio, conquistarlo … hasta despertarle la intención de comprar una entrada. Una vez más, prueba superada.
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