Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Mike Patton

La voz del mundo perruno

Cronista: Gentileza: Paula Claro | Fotos: Anabella Reggiani

17 de Septiembre, 2011

La voz del mundo perruno

El multifacético Mike Patton vino a presentar en el Teatro Coliseo su último proyecto MONDO CANE, un puñado de clásicos italianos que el artista reversiona con orquesta y toda la pompa.

“Esto te lo podes fumar porque es Patton” dice un amigo a otro mientras están sentados en el Teatro Coliseo a minutos de recién empezado el show. Y algo de razón en esa frase hay. Tras una estadía viviendo en Italia con su ex esposa, el frontman de Faith No More se pasó el tiempo escuchando clásicos italianos de los 50 y lo 60, y tanto le apetecieron que quiso reversionarlos a su gusto y piaccere.

Algunos no le tenían mucha fe a este nuevo emprendimiento de Patton. Pero cuando este señor da su show, le pone por completo su impronta, y estos clásicos quedan cuasi deformados a merced de su versatilidad, y se vuelven totalmente digeribles para el oído rockero. Aún así, tras una hora y media de show se ven algunas flaquezas, porque el que lo conoce, sabe que Patton al ponerse tremendo objetivo y querer interpretar todo un repertorio de una lengua que no es propia, indefectiblemente hace que no pueda desarrollar todo su potencial.  Pero el tipo es buen cantante, así que la pilotea bien.
 
Acompañado por  la Filarmónica de Buenos Aires, Patton dio comienzo al recital con “II Cielo in una Ustanza”, y con “Che Notte”, desató algo rockero: entre alaridos y una orquesta rápida, el público quiso levantar el culo de la silla y sacudir las cabezas, pero por respeto quedaron ahí pegaditos el mayor tiempo posible.

El cantante no paró de teatralizar y las caras son las que todos conocemos, abre los ojos y la boca, todo a la vez para sacar esos gritos desde lo profundo de su tráquea, y lo puede hacer sin siquiera desafinar un momento. “Hola porteños y porteñas” se dirige por primera vez al público, y comienza “20KM Al Giorno”. Para la canción “Deep deep down”, un clásico del maestro Ennio Moricone, el arreglo vocal de una de las coristas, suena extraño, diferente a lo escuchado en otras presentaciones, como ronca y exagerada, y aún así pasa casi inadvertido.
“Zaarrrrrrpaaadoooo”, “caaaapooo”,  grita el público, que ya no sabe como expresar que lo que el tipo hace vocalmente es increíble. Más de una vez aplauden de pie. A la breve “Paula” le sigue el bis. Ahí todo se desordena un poco y los que estaban sentados más atrás, acaparan el pasillo y se adelantan para por lo menos poder apreciarlo un poco más de cerca. Patton, con mate en mano, entona “Una sigaretta” y cambia la letra por “matecita”: el cambio no favorece para nada la canción, sino que la entorpece.

Cierra el show, saluda alargando las manos, todo el Coliseo se llena de gritos, aplausos, y con algún que otro perdido diciendo “me robaste sin fierro, Patton…”.

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