Fito Paez
Una Noche “Paquetísima” En El Coliseo
Cronista: Gentileza: Gaby Salomone | Fotos:
Gentileza: Ro Diaz
18 de Junio, 2005
Así definió Fito Paez la presentación de “Moda y Pueblo” la placa donde el rosarino reinventa sus viejos clásicos y otros ajenos con versiones orquestadas. Una propuesta a tono con el coqueto público que llenó la sala de Barrio Norte
“Che..!, no sabes el show que acabo de ver!!!!” escuché al pasar cuando salía del Coliseo y no pude más que asentir con un gesto, como si le contestara. A mis espaldas alguien había sacado el celular tan sólo para resumir en una frase lo que él y otras 1.700 personas vivieron en lo que fue una emotiva presentación de “Moda y Pueblo” el último trabajo de Fito Páez.
Esta vez, y no es la primera (ya lo hizo en el ND/Ateneo), el músico rosarino dejó en claro que los recitales a gran escala donde llenaba estadios con cientos de jóvenes ya son cosas del pasado. Ahora, encontramos un Fito más maduro y conservador, que se vuelca al clima del teatro para retomar sus viejos clásicos y otros ajenos pero renovándolos en versiones sinfónicas sin perder su sello personal. Esto, por supuesto de la mano del director de orquesta Gerardo Gandini.
Y.... si hablamos de orquesta y de teatro, también hablamos de otro tipo de público. Aunque la juventud sigue siendo mayoría, esta vez dejaron la zapatillas por los tacos y los jeans por las polleras. No faltaron tampoco coquetas cuarentonas, y algún que otro trajeado hasta las canas. Y ante tanto glamour, a las 21.30 Fito inició el show con “Desarma y Sangra” , solo al piano y de impecable traje, por si quedaban dudas de que sería una “noche paquetísima”, como el mismo la definió minutos más tarde.
Lo que vino después fue un recorrido por “Moda y Pueblo” una placa que pone sobre el escenario un despliegue de músicos que van desde una orquesta de cuerdas para las versiones de “Romance de la pena negra” y “Tumbas de la Gloria” , entre otras, hasta sus infaltables compañeros de ruta Jota Morelli en batería y Guillermo Vadala en bajo para “Bello Abril” y “11 y 6” , entre otros.
Pero más allá de lo novedoso de esta propuesta, si hubo algo que le dio un sentido diferente al objetivo de renovar su repertorio fue el clima que generó en la gente, que pasó de la silenciosa atención a la euforia desmedida, donde más de uno abandonó su butaca para corear los temas con los brazos en alto.
Pero al promediar el show, Fito tomó por sorpresa a todos los que estábamos ahí, ni el iluminador se salvó, cuando de pronto exigió “Apaguen las luces!!” . El sector del público quedó en penumbras, pero el músico replicó “No.. no, todas las luces” .. y sin embargo, no fue suficiente, al menos una pequeña todavía dejaba ver la figura del rosarino, que una vez más insistió: Apagame las luces! . En plena oscuridad se lo escuchó una vez más: “Ahora enciendan sus celulares” . Y así, con el coliseo entero como un cielo estrellado de pequeñas lucecitas de colores, comenzaron a sonar los primeros acordes de “Brillante sobre el mic” . Y acá debo confesar se me erizó la piel, y seguro no fui la única.
Y esta no fue la única intervención de la noche donde Fito interactuó con la gente, a lo largo del show abandonó el piano en varias oportunidades y cual Gandini frente a su orquesta, el músico se plantó frente público para dirigirlo como si se tratara de gran coro.
Sin miedo a equivocarme puedo decir que todos los que estábamos ahí pasamos por diferentes estados de animo a lo largo del recital, a tal punto que el clima no se extinguió ni a la salida del teatro donde varios nos fuimos cantando bajito algún tema por un par de cuadras. Incluso otros levantaron el teléfono para sentenciar: “Che..!, no sabes el show que acabo de ver!!!!”
Esta vez, y no es la primera (ya lo hizo en el ND/Ateneo), el músico rosarino dejó en claro que los recitales a gran escala donde llenaba estadios con cientos de jóvenes ya son cosas del pasado. Ahora, encontramos un Fito más maduro y conservador, que se vuelca al clima del teatro para retomar sus viejos clásicos y otros ajenos pero renovándolos en versiones sinfónicas sin perder su sello personal. Esto, por supuesto de la mano del director de orquesta Gerardo Gandini.
Y.... si hablamos de orquesta y de teatro, también hablamos de otro tipo de público. Aunque la juventud sigue siendo mayoría, esta vez dejaron la zapatillas por los tacos y los jeans por las polleras. No faltaron tampoco coquetas cuarentonas, y algún que otro trajeado hasta las canas. Y ante tanto glamour, a las 21.30 Fito inició el show con “Desarma y Sangra” , solo al piano y de impecable traje, por si quedaban dudas de que sería una “noche paquetísima”, como el mismo la definió minutos más tarde.
Lo que vino después fue un recorrido por “Moda y Pueblo” una placa que pone sobre el escenario un despliegue de músicos que van desde una orquesta de cuerdas para las versiones de “Romance de la pena negra” y “Tumbas de la Gloria” , entre otras, hasta sus infaltables compañeros de ruta Jota Morelli en batería y Guillermo Vadala en bajo para “Bello Abril” y “11 y 6” , entre otros.
Pero más allá de lo novedoso de esta propuesta, si hubo algo que le dio un sentido diferente al objetivo de renovar su repertorio fue el clima que generó en la gente, que pasó de la silenciosa atención a la euforia desmedida, donde más de uno abandonó su butaca para corear los temas con los brazos en alto.
Pero al promediar el show, Fito tomó por sorpresa a todos los que estábamos ahí, ni el iluminador se salvó, cuando de pronto exigió “Apaguen las luces!!” . El sector del público quedó en penumbras, pero el músico replicó “No.. no, todas las luces” .. y sin embargo, no fue suficiente, al menos una pequeña todavía dejaba ver la figura del rosarino, que una vez más insistió: Apagame las luces! . En plena oscuridad se lo escuchó una vez más: “Ahora enciendan sus celulares” . Y así, con el coliseo entero como un cielo estrellado de pequeñas lucecitas de colores, comenzaron a sonar los primeros acordes de “Brillante sobre el mic” . Y acá debo confesar se me erizó la piel, y seguro no fui la única.
Y esta no fue la única intervención de la noche donde Fito interactuó con la gente, a lo largo del show abandonó el piano en varias oportunidades y cual Gandini frente a su orquesta, el músico se plantó frente público para dirigirlo como si se tratara de gran coro.
Sin miedo a equivocarme puedo decir que todos los que estábamos ahí pasamos por diferentes estados de animo a lo largo del recital, a tal punto que el clima no se extinguió ni a la salida del teatro donde varios nos fuimos cantando bajito algún tema por un par de cuadras. Incluso otros levantaron el teléfono para sentenciar: “Che..!, no sabes el show que acabo de ver!!!!”
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