Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Oasis

Lo importante es la actitud

Cronista: Gentileza: Sebastián Barrera | Fotos: Beto Landoni

03 de Mayo, 2009

Lo importante es la actitud

Los hermanos Gallagher volvieron por cuarta vez al país para regalar sus clásicos que hicieron delirar a toda una generación en un estadio que no se llenó ni a palos.

Primero un Luna Park, después dos Campo de Polo (uno con R.E.M.) y ahora el estadio de River Plate: ¿Oasis crece en convocatoria o el empresario argentino cada vez está más ambicioso?

Porque, ambicioso o no, River estuvo muy lejos de llenarse, dejando la mitad de la cancha prácticamente vacía y la segunda bandeja de la popular sin siquiera a la venta. River es un estadio peligroso y Oasis sufrió las consecuencias pese a un show hitero con buen sonido y adolescentes excitados.

Pero como lo que importa es la música, vayamos a eso: Estelares, Mole y Tipitos, las tres bandas soporte, fueron a lo seguro. Los marplatenses Tipitos, que se olvidaron de sus tres primeros discos y presentaron Tan Real (2007) y repasaron casi todo Armando Camaleón (2004) el que los hizo conocidos, aburrieron a los impacientes chicos que de abajo les gritaban que se vayan, que ya está, que vuelvan a Villa Gesell, que qué cara de nabo tiene Noel pero cuanto lo quieren. Mole fue aplaudido cuando Charly Alberti agradeció al final y a Estelares no lo vio casi nadie.

Oasis salió puntual, bien fuerte y alto, con un Liam gritando “Rock and Roll Star” para que las ¿treinta? ¿treinta y cinco? mil personas deliren hasta cansarse y esperen por otro hit que tan bien le hizo al rock de los noventas por más quemados que estén.

Porque los noventas fueron una década genial para la música, entre el grunge y el indie pop/rock que estaba naciendo con Radiohead, Blur y Oasis, dejaron que volvieran los guitarrazos bien alejados de los ochentas y sus midis. Hoy ya son tipos maduros que luchan por no repetirse entre tanta cosa parecida y melodías pegajosas.

En la parte del campo de River, la historia se repetía cada vez que arrancaban un tema: “Lyla”, cuarenta segundos de saltos y descanso; “Cigarettes & Alcohol”, treinta segundos de emoción y descanso; “The Meaning of Soul” y vuelta a lo mismo, como con todos los clásicos, que fueron muchos y bien variados, después de seguramente conocer las repercusiones del último show en el Campo de Polo, en el que se olvidaron de cumplir caprichos y casi nos llenan de Lados B.

El momento MTV llegó con “Don’t Look Back in Anger”, recontra hitazo que se coreó cada vez que salía en las radios: Noel (demostrando que debería cantar mucho más, o directamente hacerse solista y despegarse del insoportable del hermano) dejó que los chicos se saquen las ganas y coreen con él el último verso sin guitarras ni nada, para que a River se le ponga la piel de gallina una vez más.

Y claro que tocaron “Masterplan”, “Wonderwall” (con un Liam más apurado de lo normal) y “Champagne Supernova”, para cerrar con “I am The Walrus”, ese tema de los Beatles que dice “I am the eggman” y todos los tildaban de drogadictos.

Show cortísimo de hora y veinte minutos para una banda que debería saber que en un estadio menos de dos es una falta de respeto. Pero quizás el viento fresco, los hits bien agradecidos y la buena onda de los hermanos hicieron que la gente se vaya tranquila rumbo a Libertador para copar la calle y comenzar renovado la semana que se venía.

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