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Opeth

Contra viento y marea

Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos: Beto Landoni

03 de Abril, 2009

Contra viento y marea

Opeth visitó por primera vez nuestro país en un show memorable, aunque con varios inconvenientes…

Es posible que Opeth sea una de las contadas bandas que en los últimos quince años logró emerger en la escena del metal mundial con una propuesta a la que verdaderamente resulte difícil encasillar bajo estándares predeterminados. Desde su debut con “Orchid” en 1995, la banda de Mikael Akerfeldt (vocalista, guitarrista y compositor) ha ido perfeccionando su amalgama de metal extremo con elementos progresivos disco tras disco, superándose a sí misma sin abandonar su propia esencia.

El sonido de Opeth los ha mantenido como una especie de “secreto a voces”, puesto que la duración de sus composiciones y las características de su propuesta difícilmente encajen en los cánones necesarios para ingresar en medios de comunicación masivos. Aún así, el grupo ha logrado cosechar fanáticos y reconocimiento alrededor del globo, y nuestro país no es la excepción.

Es por eso que, tras el amague de una visita en 2006 que jamás llegó a concretarse, no era poco el público que esperaba con ansias su primera presentación en Buenos Aires el viernes por la noche en The End – aún cuando resultaba claro que no se trataba del mejor lugar para poder apreciar en su totalidad la riqueza de la banda.

De todas maneras, y aunque el hecho de que no se realice en un teatro o algún recinto similar haya hecho desistir a algunos, el lugar ya estaba realmente colmado horas antes de que Opeth salga a escena. Como acto soporte ofició Logos, algo que también desconcertó a varios dada la poca coincidencia de estilos, lo que llevó a que entre tema y tema se escuchara incluso algún “Opeth, Opeth!” por parte del público.

Exactamente a las diez de la noche, los suecos (en realidad, sueco/uruguayos para hacerle honor al bajista Martín “La Gorda” Méndez – como lo presentó Akerfeldt) tomaron el escenario para dar comienzo a “Heir Apparent”, de su más reciente placa, “Watershed”.

Sin embargo, más allá de la excusa de “presentación del disco”, la banda supo adecuar la lista de temas a lo que el público suele esperar de una primera visita, y repasó clásicos de toda su discografía. Claro está que, teniendo en cuenta que los temas duran unos diez minutos en promedio, cualquiera podría decir que faltó tal o cual, pero lo cierto es que la elección de los temas cubrió un espectro más que amplio dejando únicamente afuera su primera placa.

Así fue como detrás de “Ghost of Perdition” llegó entonces la primer sorpresa de la noche: “Godhead’s Lament” (de “Still Life”, 1999), al que le siguió “The Lepper Affinity”, clásico de “Blackwater Park”.

Sin dudas, aquello terminó por darle un “plus” especial al show que – sumado al entusiasmo de la gente, que algunos casos llevaban varios años esperando por la banda – hizo que los distintos problemas que fueron apareciendo a lo largo de las dos horas de concierto no lograsen empañar el balance final.

Es que además de los normales problemas de sonido que suelen darse al comienzo de un show (y que jugaron principalmente en contra de las voces guturales de Akerfeldt durante la primera parte), se sumó además constantes inconvenientes en la guitarra de Fredrik Akesson – que en un momento incluso hizo interferencia con una radio local.

Sin embargo, el grupo supo como sobrellevar la situación, y Akerfeldt se despachó con diferentes improvisaciones que incluyeron “You’ve Got To Hide Your Love Away” de los Beatles, “Soldier of Fortune” de Deep Purple (a pedido del público) y una versión instrumental de “Harvest” para que la gente acompañe. Todo mientras Akesson y los plomos luchaban contra viola, equipos, pedales (y radio, porqué no).

Entre todas las licencias, hubo lugar también para algunas palabras de Martín Méndez, quien (previo permiso de Akerfeldt) se dirigió al público en su español natal con un escueto “¿Qué pasa Buenos Aires? Para nosotros es un orgullo estar tocando acá, gracias por el aguante”.

En lo estrictamente musical, la banda fue brindando algún respiro con temas como “Creedence” y “Closure”, mientras en el medio pasaban clásicos nuevos y antiguos como “Hessian Peel” o “The Night and the Silent Water”.

“The Lotus Easter” fue anunciado como el último tema de la noche aunque, a pesar de que el show ya arañaba las dos horas, la banda regresó para dar fin al concierto con “Deliverance”, precisamente, el tema que da título al único disco que quedaba por visitar en la noche del viernes.

Entre el lugar, el calor  y los problemas de sonido, todo parecía indicar que Opeth jugaría más de visitante que nunca. Sin embargo, la comunión que lograron la banda y el público a fuerza de carisma, entrega y una acertadísima elección de los temas hizo de su primer contacto con tierras argentinas una noche que difícilmente olvidarán quienes visitaron The End el viernes. Ojalá no sea la única.

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