Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Los Piojos

Otras canciones

Cronista: Pablo Andisco | Fotos: Beto Landoni

12 de Diciembre, 2008

Otras canciones

Los Piojos volvieron al Luna Park y la presentación del nuevo guitarrista, una atrayente puesta en escena y la imprevisible lista de temas hicieron más llevaderos algunos problemas de sonido.

Lejos de las histerias que generan los grandes estadios, y sorteando como podía el tránsito de un viernes complicado, la gente se fue acercando de a poquito al Palacio de los Deportes. Un lugar que hace tiempo Los Piojos tomaron como propio, en la saludable decisión que tomó la banda de El Palomar para contrarrestar los efectos de las mega bandas, que tocan poco y nada en Capital, y cuando lo hacen en el marco de los festivales, los conciertos parecen fotocopiados unos a otros, y el factor sorpresa se pierde en listas de temas sábana.

De hecho, esta crónica podría desarrollarse por la negativa, enumerando los temas ausentes en la noche del viernes (“Tan solo”, “Cruel”, “Babilonia”, “Ay ay ay”, “Maradó”, “El balneario de los doctores crotos”, “Genius”, “Desde lejos no se ve”, “Ruleta” y “Como Alí”; sólo por citar algunos. Incluso faltaron también los nuevos himnos “Pacífico” y “Bicho de ciudad”.). Pese a esto, la solidez escénica de la banda y el repertorio amplio y cómplice con su público hicieron que las algo más de dos horas que duró el recital transcurrieran en casi un mismo plano emocional. Además, el tocar en un ámbito cerrado y pequeño para los parámetros que maneja el grupo, permitió apreciar en mayor escala la puesta y aumentar la intensidad original que acompaña cada actuación piojosa. 

Pasadas las 22, una introducción con imágenes alusivas a la estética de su último álbum Civilización (2007), dio paso a “Unbekannt”, ese genial retrato de la Alemania del Mundial 2006, casi una pieza de rock industrial. Y enseguida, “Chac tu chac”, del debut homónimo editado en 1992, como para demostrar que la banda puede manejarse con soltura por toda su discografía Luego, con “Taxi Boy”, Andrés Ciro empezó a tener problemas con algunos acoples de su armónica, que continuarían a lo largo del concierto.

Las pantallas de led ubicadas detrás del baterista Roger Cardero acompañaban cada canción y la estructura del escenario (con escaleras por detrás de las pantallas) permitía la realización de video clips en vivo y en directo. Así pasó, por ejemplo, en “Angelito”, cuando el cantante subió hasta los límites del viejo edificio (y hasta cayó); o en “Vine hasta aquí”, cuando la escenografía tomó forma de tren y Andrés, luego de “trepar” por los vagones, bajó para tomar una cámara digital de algún afortunado y cantarle algunas estrofas.

Esta serie de conciertos significó, además, la presentación para el público porteño de Juanchi Bisio, el nuevo guitarrista de la banda desde que Piti Fernández decidió alejarse para formar La Franela. Juanchi aportó también desde los coros y mostró buena química con el resto de la banda. Habrá que esperar a un nuevo material o al rodaje escénico para ver si aumenta su contribución.

 “Canción de cuna” contó, al igual que en su estreno en River, con los pequeños hijos del mundo piojoso para hacer los coros del final y la enérgica “Luz de marfil” cerró la primera parte del show. Sin interrupciones, el bajista Micky Rodríguez tomó el micrófono principal para las “Fijate” y “Un buen día”, mientras que Ciro volvería para el tándem rockero de “Fantasma” y “Shup shup”.

La canción que el grupo suele rescatar en este tipo de ocasiones llegó con “Merecido”. La balada “Difícil” oscureció el Luna Park mientras en lo alto del escenario una bailarina acompañaba los vaivenes rítmicos de la canción. Luego de caminar en el dolor, la banda se sumergió en la alegría de “Basta de penas”, el ejemplo de cómo se pueden combinar una letra casi naif y una sencilla estructura de acordes en una hermosa canción.

En “El farolito” la banda desarrolló el paso de comedia que siempre representa en el tema que la catapultó a las grandes ligas. En este caso, Andrés se puso en la piel de un viejo cantor que llora por las glorias pasadas en un bar de mala muerte, acompañado por el tecladista Chucky de Ípola (fundamental en esta etapa piojosa). Entonces, la primera estrofa fue con ritmo de tango abolerado, para después acelerar hasta la versión original, que incluyó solos de los “nuevitos” (Juanchi, Roger y el percusionista Changuito Farías Gómez) y la promoción de “Concreto Disco”, nuevo trabajo de Chucky, en otro sainete, esta vez en plan PNT (“¿Así que sacaste un disco?” “Sí” “Mirá vos, ¿y cómo se llama?”, lo interrogó Ciro). Y, ya que estaba en el baile, la banda echó mano al clásico de Stevie Wonder “Superstition”, en una versión en castellano similar a la incluida en el mencionado álbum.
 
Dos series de bises coronaron la actuación de la banda de El Palomar. El primero, de corte más rockero se inició con la versión de “El viejo”, de Pappo, con las guitarras de Gustavo Kupinski y Juanchi Bisio sacándose chispas. Después vino el medley “Around and around/Zapatos de gamuza azul”, una versión similar a la incluida en el disco en vivo Ritual (1999). Finalmente, “Pistolas” encendió a la multitud que había recibido con cierta frialdad las versiones anteriores, acaso deschavando sus documentos.

El cierre llegó de la mano de la energía de “Morena”, con el saludo cumpleañero al flamante guitarrista; el relax que transmite “Buenos días, Palomar” y “Arco II”, con los músicos al borde del escenario. La retirada conjunta, a modo de comparsa, debió abortarse para el ritual de las banderas. Ahora sí, con las luces prendidas y todos los trapos leídos, la banda se despidió anunciando un próximo concierto el jueves 18, el cuarto de esta serie.

Pese a algunos inconvenientes de sonido, Los Piojos demostraron que en el Luna Park se sienten como peces en el agua. Lo llenan sin mayor publicidad, se los ve más relajados que en los grandes estadios y se dan el lujo de prescindir de algunos clásicos para desempolvar viejos temas. Después, las listas se acomodarán a los gustos individuales, pero el factor sorpresa suele ser un buen aliado a la hora de asistir a un recital.

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