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Los Fabulosos Cadillacs

Todo el mundo a mover los pies

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Gentileza: Leandro Ciaffone

12 de Diciembre, 2008

Todo el mundo a mover los pies

La vuelta a los escenarios de Los Fabulosos Cadillacs en Buenos Aires se celebró el pasado viernes con más de cincuenta mil personas que en el estadio de River no pararon de saltar, cantar y bailar las inolvidables canciones de una banda que se mostró intacta, feliz, y ofreció un show demasiado prolijo y sin fisuras.

Hace exactos siete años, Los Fabulosos Cadillacs tocaban en el Hangar de Liniers ante tres mil personas, las cuales tuvieron que esperar todo ese tiempo para volver a ver a la banda en Capital Federal. Por ese entonces, no eran de la partida ni Sergio Rotman ni Mario Siperman (pero sí dos ausentes en la actualidad, el trombonista Fernando Albareda y el guitarrista Ariel Minimal), y la relación entre los integrantes estaba tensa y desgastada.

El pasado viernes, en plena situación de vuelta, la cosa fue muy distinta. El escenario fue nada menos que el Estadio River Plate, la cantidad de espectadores se multiplicó casi por veinte, arriba de las tablas todo era felicidad, y había vuelto después de once años la energía incesante de Sergio Rotman, el histórico saxofonista de la banda que había abandonado el barco en 1997.

Un rato antes de las diez de la noche, y como en toda la gira de la vuelta (y también como en los primeros años de la banda), la música de James Bond marcó la subida al escenario de los músicos. Vicentico saludó irónicamente, como si fuera un artista extranjero, y con “El león” enloqueció toda la concurrencia. El sonido fue desde el comienzo casi perfecto, y los viejos temas “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, “Carmela” y “Estoy harto de verte con otros” dejaron en claro cual era la consigna: bailar, bailar y bailar. Y así lo pidió el cantante, quien recién entabló relación con el público en el medio del sexto tema, el extraño cover de Ian Dury “Wake up and make love with me”, donde también cantó y bailó un poquito de “Like a virgin” de Madonna.

Luciano Jr., el percusionista original de la banda, subió como invitado, pero el que se llevó todas las miradas y los aplausos fue Pablo Lezcano, “el príncipe de la cumbia” como lo presentó Vicentico, quien le puso cumbia villera al nuevo hit “Padre nuestro”, con la manos de todos bien arriba.

Los momentos de mayor emoción se vivieron con los temas más tranquilos. La excelente y conmovedora versión de “Siguiendo la luna” tuvo la mágica y natural compañía de una gigante luna que asomaba y creaba en las pantallas una impactante imagen del cantante con el satélite de fondo. “Los condenaditos”, por su parte, tuvo en su cierre el homenaje a Gerardo “Toto” Rotblat, el entrañable percusionista fallecido en marzo pasado.

El primer falso cierre de la noche fue un claro ejemplo de lo que significó esta velada, cuando sonaron una seguidilla de cuatro megahits: “Gitana” (punto alto de la noche, con una festejadísima versión de un tema que la banda no tocaba desde hacía más de doce años), “Carnaval toda la vida”, “Mal bicho” y “El satánico Dr. Cadillac”. Bailar mediante una avalancha de hits de principio a fin fue la propuesta de esta vuelta, acorde a una masividad que cuenta con un nuevo público que lo que más conoce son los clásicos, y los canta de memoria. El consuelo para los pocos que rogaban por alguna vieja pieza menos conocida se dio con los temas “Paquito” y “Muy, muy temprano”.

Ya en los bises, luego de la siempre cálida “Basta de llamarme así”, otra invitada de lujo fue Mimi Maura, quien subió para cantar con su bella voz las líneas originales de Celia Cruz en “Vasos vacíos”. Una nueva versión de “Vos sabés”, y el máximo hit “Matador”, precedieron a un momento familiar, donde Astor en batería y Florián en guitarra, hijos de Flavio Cianciarulo y Vicentico respectivamente, tocaron los covers “Guns of Brixton” de The Clash, y “Let´s lynch the land lord” de Dead Kennedys, comandados por la voz del propio Flavio. Como cierre definitivo llegó el clásico “Yo no me sentaría en tu mesa”, cantado y saltado por todos los presentes, quienes ya sabían que había llegado el final después de dos horas y media de música.

Por momentos pareció que muchos de los temas estaban tocados con el tempo ralentizado, hecho que se notó sobre todo en “Matador”. También se extrañaron las típicas improvisaciones de Vicentico, infaltables en cada recital cadillac, como así también la incesante búsqueda musical de la banda, envuelta en una clásica y fantástica desprolijidad. Pero la consigna, como bien se dijo antes, era seguir al pie de la letra los grandes hits, para conmemorar un show impactante y muy efectivo, que contó con un sonido impecable, una banda muy prolija, intacta, afianzada (para destacar las buenas actuaciones de los “nuevos” Hugo Lobo en trompeta y Gustavo Martelli en percusión), y unas canciones grandiosas e inoxidables.

Volvieron los Cadillacs, y escuchar su música de nuevo es una gran noticia para la salud del rock nacional. Veremos como sigue su historia, que ojalá tenga mucho camino aún por recorrer.

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