“Vamos a hacer rocanrol”

¿Qué otra cosa se podía esperar de Guasones? ¿Alguno imaginó puestas en escena de calibre internacional, músicos lookeados y posturas? Las casi 4000 personas que se acercaron al Estadio Obras el día sábado, sabían que no sería así, ya que Guasones es uno de los pocos sinónimos de rocanrol que tiene hoy la música nacional.

Ya desde el look, el desenfreno, la provocación y también la lista de temas, se notó que Guasones podrá sonar en la radio, hacer el show en vivo para la Mega, tener una productora detrás, pero arriba del escenario los que mandan son ellos. Y si bien se esperaba que el primer tema perteneciese a su reciente disco “Esclavo”,  los de La Plata salieron con “Un viento fuerte está soplando” (de “Guasones”, primer disco del 2000) y “Baila, baila” (de “Como animales”, 2003), y recién el tercer tema fue un estreno, que dio pie a otros dos temas del último disco: “Todas quieren rock”, “Como un lobo” y “Farmacia”.

Tal vez el comienzo del show tuvo unos desajustes de sonido, pero a la gente todo esto parecía importarle poco. La postura de los Guasones arriba del escenario se describe con lo nombrado en las primeras líneas: Son una banda de rocanrol, que disfruta de rockear sobre las tablas. Luego de los temas al palo, llegó el momento bajón, donde se destacaron “Días” y el hit “Brillar”. También hubo tiempo para un set acústico, en el que presentaron distintas versiones de “Es triste”, “Tapado de dolor” y “Descuida ma’, sólo son ratas”.

En la segunda parte del show llegaron los invitados. Fueron poquitos, dos traídos desde la cocina de los últimos discos (los músicos/productores Alfredo Toth y Pablo Guyot, que tocaron “100 años más” y “Josefina” respectivamente), además del Negro Garcia López, que hizo vibrar la viola en “Estupendo día”. Ahora sí había que volver a la adrenalina para terminar de darle forma al show, y para eso nada mejor que “A mi lado”, “Reyes de la noche”, “Amaneciendo” y “Dame tu amor”.

La lista terminó y la gente empezó a retirarse frenéticamente contenta. Desde antes de salir de sus casas, sabían que Guasones iba a hacer rocanrol. El souvenir estaba en la cara de felicidad, y no en una vincha corbata.