Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Romapagana

Manos a la obra

Cronista: Sergio Visciglia | Fotos: Beto Landoni

25 de Octubre, 2008

Manos a la obra

Romapagana se presentó el pasado sábado en Plasma, brindando un demoledor show durante una hora en la que la banda continuó ofreciendo una propuesta intensa y diferente a las que se pueden encontrar cotidianamente en la ciudad.

En estos tiempos resulta extraño ir a ver un grupo de rock y pensar que uno puede quedar sorprendido con lo que se puede llegar a topar. Por suerte hay excepciones, y una de ellas es Romapagana, la banda liderada por el cantante (y actor) Andrea Prodan, que rompe el molde, y gracias a una mezcla de canciones potentes, entrega absoluta y constantes improvisaciones, hace que un show sea siempre algo diferente y especial.

La jornada comenzó con My Sense frente a varios seguidores que coreaban sus canciones, y más tarde fue el turno de Ubika. Esta banda liderada por la voz de Julietta Monson, ofreció un sabroso aperitivo para el plato principal, gracias a poderosas canciones con predominantes bases punks, pero decoradas continuamente con arreglos y melodías que convergen en un resultado más pop, encerrando entonces una fuerte y dulce conjunción de sonidos.

Apenas pasadas las 2 de la mañana, el acogedor y palermitano recinto ubicado en Barracas ya mostraba en el escenario cintas y carteles de que daban cuenta de que se aproximaban “hombres trabajando”, demostrando que estaba todo dispuesto para que la obra (en todos sus significados) comience. El guitarrista “Rojo” Limardo y el bajista Diego Segovia con overoles naranjas, el baterista Christian Fernández con overol blanco, y el cantante y guitarrista Andrea Prodan con overol azul, subieron a escena y Romapagana entró en acción.

“¿Ordeñaste, mi amor?”, una de las muy pocas cantadas en castellano, fue la primera canción que ya invita a creer, y con razón, que uno va a ver y escuchar algo diferente a lo que la escena rockera local nos tiene acostumbrados. El paso de los temas va a convencernos de esto, gracias a un poderosísimo sonido en constante movimiento, con canciones desestructuradas y fuera de toda fórmula facilista, que las hace más ricas y entradoras a oídos que reconocen algo distinto.

La capacidad que tiene Andrea Prodan para desplegar todos sus dotes actorales (a través de palabras, movimientos o sonidos) crea una escena aun más expresiva, agudizando los sentidos de los presentes. Aquella búsqueda constante del cantante por emular con su voz los sonidos de cualquier instrumento (ver el disco “Viva Voce”, 1996), sigue presente y aparece de a ratitos en un hombre que alguna vez contó que mientras estaba en el servicio militar, se cantaba el álbum blanco de The Beatles entero y con todos sus instrumentos.

Un excelente doblete anti-anglosajón se hizo presente con “The great british mistake” (dedicada al belicismo de Margaret Thatcher) y “Sons of the star-splanged banner” (nombre de la bandera de las barras y las estrellas). “Recién hablábamos de lo malo, ahora haremos algo bueno que tuvo Gran Bretaña” dijo Andrea, y se despacharon con un gran cover de los años ´60, “Shaking all over” de Johnny Kidd, canción interpretada también en varias oportunidades por los legendarios The Who.

Mientras el frontman maldecía a la psicóloga, el poder abrumador llegó a su máxima expresión con la fantástica “Fly-by-wire”, con un sonido con ciertos guiños a The Clash. Si se quiere catalogar a la banda con algún estilo (cuestión un tanto difícil), se puede decir que se aprecian también muchas cercanías al New Wave tanto por la música como por la actitud, que se evidencia ya desde bien atrás del escenario, con el muy joven Christian Fernández dándole a los parches con todo y sin parar durante la frenética hora que dura el show.

Andrea preguntó qué temas faltaban, y alguien del público pidió “Loop” y “Mind the gap”. La banda concedió el pedido y el cantante, ante el deseo cumplido, parafraseó en broma a ciertos políticos y medios periodísticos: “Estamos con la gente”. El final llegó con una impresionante improvisación que terminó por romper las cabezas de los pocos que aún las tenían enteras y en su lugar.

Mucha entrega, inacabable potencia, un frontman multifacético como Andrea Prodan, y una banda muy afianzada, son apenas insípidos comentarios que quedan sin valor si uno no se la juega una noche y busca el lugar en donde Romapagana esté partiendo un par de cabezas mientras sus hombres trabajan arriba del escenario para seguir completando la obra.

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