Bad Brains
Revolviendo nostalgia
16 de Abril, 2008
Bad Brains vino a Buenos Aires y dio cátedra de un género casi muerto en una industria que los excluyó y los dejó en los libros de historia.
Hay visitas que pasan como si nunca hubieran llegado. Ezeiza, Niceto, Ezeiza. Y listo. Unos pequeños carteles en unos cuantos postes de luz y el boca en boca entre fanáticos que no precisan usar el wikipedia, alcanzan para llenar un lugar conocido por todos. Eso es Buenos Aires, y mientras sigamos siendo tan fanáticos, no hay necesidad de empapelar el 60.
Bad Brains tocó un miercoles no feriado en una ciudad horrible llena de humo. Para los no entendidos, estos tipos estuvieron presentes en la creación del hardcore, ese sonido surgido del punk que le supo agregar distorsión, velocidad y alaridos. Directo de Washington, vinieron a presentar su último trabajo, “Build a Nation”, y como ya es costumbre en Sudamérica, presentarse por primera vez varios años después de su mejor época. Nosotros mucho no nos quejamos, pero ya empieza a joder. Algo es algo, dice un optimista boludo asegurándose el papel de sudaca.
Pum, tema, pum, tema, "¡Cómo está aryentina!", tema, puños en alto, tema, patadas, un poco de reggae, hardcore, pogo, “¿Quiere más aryentina?”, lío, ruido, pum, pum....pum, descanso, agua mineral y toalla. Se respira con un reggae y algunos se animan a la cerveza de cinco pesos o al fernet de doce en vasito fino lleno de hielo.
Si se detuvieron a leer la entrevista que le hicimos a la banda, pudieron observar la poca onda y la respuesta automática made in rockstar que nos dieron hace unos días. En Niceto la historia fue otra y la interacción con la gente fue más allá de las expectativas post-entrevista bochornosa que tenía el staff de El Bondi, y poco a poco empezaron a caer mejor. Con saltos, bailes al ritmo de la batería y abrazos al público, Israel Joseph I no paró un segundo. ¿Café? ¿Aspirinas con coca-cola? ¿Una buena siesta? ¿Espíritu sano? No, vicios bien llevados y casi treinta años de escenarios en una banda que recorrió todo el mundo con la bandera de “Pioneros” para todos lados.
Adelante los que no se cansaban, atrás los que miraban tranquilos y al costado los bobos que se toman todo antes y ya llegan borrachos y se duermen en un pequeño sillón. “Sailin On”, “Regulator”, “Restless” y los estilos iban y venían, pero con el hardcore dominando el momento, siempre bien arriba, despertando la nostalgia de viejos y la sorpresa de adolescentes que no los pudieron ver ni por MTV.
“Banned in DC”, “Pay to Come”, “Re-ignition”, “I Against I”, “Don’t Bother Me”, todos de una y a los pedos en un show corto y bien internacional, que acostumbrados al cansancio extranjero y a su moneda, tocan y se van dejando con ganas de más a los que pagaron los ochenta pesos de entrada. ¡Eh! algo es algo, sigue diciendo el boludo mientras cuenta monedas para el 168.
Más de veinte temas después, Bad Brains se despidió de un público acostumbrado al buen sonido de Niceto (pese al bajo saturado en los primeros temas) y un show prolijo de una banda desordenada que le hizo honor al género que supieron crear allá en los finales de los setentas junto con otras bandas como Black Flag y Minor Treath, cuando todo era punk y nadie conocía la potencia que estaba por llegar.
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