Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Ummagumma

Jugando a ser Floyd

Cronista: Pablo Andisco | Fotos: Beto Landoni

30 de Noviembre, 2007

Jugando a ser Floyd

Ummagumma mostró en el Roxy que su esfuerzo por sonar lo más parecido posible a Pink Floyd obtuvo su fruto. El juicio de valor acerca de lo genuino de este tipo de propuestas queda a criterio de cada uno.

Quizás alguien explique alguna vez el fenómeno de los tributos musicales, que si bien siempre existieron, actualmente parece abarcar todo tipo de música, desde cantautores en castellano hasta bandas de hard rock, con The Beatles naturalmente a la cabeza. En este sentido, Pink Floyd rankea alto entre los más versionados (incluso una jornada del último Pepsi Music cerró con un clon australiano) y Ummagumma lleva ya una larga trayectoria en el asunto, con conciertos en el Gran Rex y un face to face con el mismísimo Roger Waters.

No había mucho movimiento en los alrededores del Roxy el caluroso viernes por la noche, sin embargo a las 21, la hora señalada para el comienzo, una respetable cantidad de público aguardaba con tranquilidad el concierto de la banda. La parte I a V de “Shine on you crazy diamond” dio comienzo a dos horas exactas de material de Floyd, con mayoría de clásicos y algunas perlitas, como “Fat old sun” o el instrumental “Terminal frost”.

Un punto fuerte de Ummagumma es la puesta en escena. Diez músicos sobre las tablas, un buen laburo de luces y la estrella de la banda, la pantalla circular que emite material original de Floyd acorde a cada canción. Otros elementos de la parafernalia floydiana como el arco que contiene la pantalla o el cerdo de “Animals” quedaron afuera por problemas de espacio. También se escuchan los audios originales de la banda británica: los helicópteros de “Another brick in the wall part II”, los relojes de “Time” o las monedas de “Money”. Mientras tanto, las pantallas que rodean el escenario emiten el lo que ocurre aquí y ahora en el Roxy. Los arreglos buscan reproducir al máximo el material original y en ese sentido la banda funciona como un relojito: apenas algunos inconvenientes técnicos ensuciaron un prolijo set.

No hay en Ummagumma clones de los músicos originales. Las voces, bien logradas, son casi siempre de Jorge Marchini, con la ocasional colaboración del tecladista Ariel Moscatelli en las partes más agudas. También está el chiche de Gilmour, la guitarra slide horizontal, que ejecuta Federico Cassola. No pueden faltar los coros de las chicas, con particular lucimiento y merecida ovación en “The great gig in the sky”: Valeria García, Paula Carou y Gabriela Gutiérrez. La banda se completa con Juan Verta en guitarra, Alejandro Iglesias en bajo, Lucas Hernández en batería y Hernán Fernández en saxo tenor. El ida y vuelta entre la banda y la gente es escaso: apenas unas palabras de agradecimiento de un lado y respetuosos aplausos del otro. La recta final incluyó “The final cut”, “Sheep” y dos bises, el previsible “Comfortably numb” y una sorpresa, “Run like hell”. 

La otra parte de la explicación deberá incluir también al público, que elige ver a músicos que tocan temas de otros músicos, y más aún en tiempos de plasmas gigantescos y home theatres envolventes. Por el momento, no queda otra que premiar el esfuerzo de unos tipos que intentan reproducir lo más fielmente posible los intrincados sonidos y la fastuosa puesta en escena de una de las mejores bandas de todos los tiempos.

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