Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Bernard Fowler

Como un Rolling Stone

Cronista: Gentileza: Anabel Soria | Fotos: Beto Landoni

30 de Octubre, 2007

Como un Rolling Stone

Después de participar en numerosos trabajos de grandes artistas, Bernard Fowler, vocalista de los Rolling Stones, lanzó su disco solista y lo presentó en Argentina con músicos locales.

La expectativa esbozada en los rostros de quienes llegaban a San Telmo el pasado martes 30 de octubre, y se arrimaban a la entrada de La Trastienda, era evidente. Las lenguas estampadas en las remeras de los que esperaban por entrar no distinguían edades ni estilos. Los músicos, siempre presentes en este tipo de shows íntimos, el rouge consecuente, y los afortunados presentes formaron un público que, una vez adentro, y pese a que no logró colmar la capacidad del lugar, demostró que no se necesita ser muchos para  hacer  ruido.

Pasada una hora de lo anunciado, la banda formada por músicos argentinos encargada de secundar a un Bernard Fowler eufórico, comenzó a darle gran poder a las primeras canciones del disco “Friends with Privileges”;  y con ellas se anticipó la energía, eje del show.

Luego del agredecimiento obligado, Fowler dejó claro su objetivo: Presentar su primer álbum solista. Una premisa con un evidente trasfondo. Es que Fowler, además de poseer una carrera solista, es el vocalista de los Rolling Stones. Y eso no pasa desapercibido en la cuna stone. Por eso eran muchos los que esperaban que el morocho no dejara de lado su raíz musical. Y por suerte no lo hizo. Algo que quedo claro cuando comenzaron a escucharse los primeros acordes de “Hey Negrita”, de los Rolling Stones.

Pero la pasión por la legendaria banda no terminó ahí y más tarde se sucedieron dos clásicos más: “Beast of Burden” y “Wild Horses” (este último incluído en su disco), temas en los que el público se mostró inquieto.

Entre otras canciones propias, “Trance” desató en Bernard una alegría que se consagró con el clima que todos fueron a buscar cuando interpretó “She´s so Cold”, otro clásico de los Stones que hizo que se incorporaran los pocos que quedaban sentados.

Pero la explosión general -por si quedaba algún resagado- llegó en “Tumbling Dice”, tema en el que el silencio se hizo canción con un coordinado coro en el estribillo.

El sonido potenete en la batería de Carlos “Melena” Sanchez y el tempo del “Zorrito” von Quintiero ayudaron de manera cómplice para que las canciones sean las grandes protagonistas de la noche.

Para darle un respiro al agitado Fowler, y también a la banda, Pino Ramírez anticipó, guitarra en mano, un blues que sorprendería gratamente a todos: “Red House”, de Jimi Hendrix, tras el cual amagó una despedida que no sería tal hasta no interpretar los dos últimos temas, mejor dicho, los dos últimos clásicos: “Hand of Fate” y “Jumping Jack Flash”.

Así se completó un cuadro “stone”donde no faltó un pogo alentador, un escote subido a los hombros de un novio voluntarioso y hasta el clásico valiente que sube al escenario para apoderarse de un micrófono y corear a viva voz.

Elaborado, entusiasta y emotivo fue el espectáculo dirigido por un Bernard Fowler que, con exquisitos agudos, presentó su disco debut, como un Rolling Stone.

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