Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Pepsi Music

Mariposa Technicolor

Cronista: Pablo Andisco | Fotos: Beto Landoni

30 de Septiembre, 2007

Mariposa Technicolor

En la jornada de la ambigüedad sexual y los colores estridentes, los Black Eyed Peas y Miranda! hicieron bailar a un Club Ciudad repleto de teens. Buenos shows de Pericos y Decadentes, que hiteaban cuando aquellos no habían nacido. Dante y Emmanuel, cada uno por su lado, completaron la fecha hip pop del Pepsi, géneros en franco ascenso.

Cerca de las 17, una buena cantidad del público disfrutaba del sol y esperaba la presencia de Emmanuel Horvilleur, quien de verde chillón tomó el escenario Pepsi con la pegadiza “No como”. Durante casi una hora, el ex Kuryaki desplegó un show potente y festejado, con una banda bastante rockera, en la que se destacó el violero Dizzy, quien entre el afro y las poses de guitar hero jugó un rato a ser Hendrix. Con su insistente fraseo de estirar las vocales, Emmanuel recorrió los temas de sus dos discos en solitario, como los muy coreados “Soy tu nena” y “Fan” y presentó “Radios, corte de difusión de su inminente trabajo. “Ahora toca Emmanuel, después toca Dante, pero este tema lo hicieron Dante y Emmanuel”, dijo para acallar los rumores de reunión, y al mismo tiempo regalar “Jugo”, de los Kuryaki de Versus (1997). Horvilleur redondeó un buen show, ante un público hecho a su medida. 

A continuación, Los Pericos exhibieron su versión post Bahiano, con un sonido más cercano al rock que al pop latino. Juanchi Baleirón no puede evitar caer en algunos giros vocales y no tiene las características de frontman del anterior cantante. Sin embargo, hay una evolución en el plano musical, que es el que debería interesar. Uniformados en negro en una tarde colorinche, largaron con “Eso es real” y “Complicado y aturdido” con Juanchi corriendo por la pasarela y bromeando sobre su estado físico: “Soy como Marilyn Manson después del tenedor libre”. Dos perlitas del show perico: primero invitaron a Dante (ex Spinetta) a rapear en “Sin cadenas”. Después, Juanchi anunció “ahora viene lo que más nos gusta: experimentar” y el inconfundible riff de “Smell like teen spirit”, el himno de Nirvana, sorprendió a todo el mundo. Resultó muy extraño escuchar ese estribillo que es pura distorsión en plan ska, pero por lo menos invitó al juicio de valor primario, “me gusta/no me gusta”, en lugar del “estos hacen siempre lo mismo”. Lamentablemente esta experimentación se fue perdiendo y eligieron los bahianeros “Párate y mira” y “Home sweet home” para opacar un concierto interesante.

Dante se presentó en el escenario CTI y basó su repertorio en su reciente disco, “El apagón”. Volcado en letras y música hacia el rap y el hip hop, el hijo de Luis Alberto dejó en claro que, al igual que la de Los Redondos y Los Cadillacs, podemos creer que la separación de Ilya Kuryaki tuvo que ver con motivos musicales antes que personales. Además, su ex copiloto siguió el show cerca de la carpa VIP mientras Celeste Cid se fotografiaba con adolescentes que crecieron a la par de su carrera televisiva: datos de color de una jornada fashion. Con respecto a lo musical, Dante presentó una banda con cuatro voces, un DJ, teclados y percusión; y una estética que obliga a llamarlo el Eminem criollo. Esta propuesta se acentúa en “Olvídalo”, interpretada en el disco con Julieta Venegas, en esta ocasión con la cantante de jazz Ayelén Zuker: un contrapunto al estilo Eminem/Dido en “Stan”. El momento gangsta rap llega con “Mis presidentes muertos” y “Ponémela en la cara”. El show es seguido por un número interesante de público que se duplicó en el momento crossover de la noche: con Pablo Lescano y su inconfundible teclado cumbiero interpretaron “Los dueños del pabellón”, de Damas Gratis.

Por estos momentos promediaba el festival y la cantidad de gente era cada vez mayor. La estética de shopping a cielo abierto y la presencia de un público ABC1 con padres permisivos y niños inevitablemente caprichosos hizo colapsar locales de comidas, atracciones retro como el samba y, en menor medida, rockerías y disquerías. Entre el principal y el Roxy se levantó un quinto escenario, dedicado al hip hop, que mantuvo su caudal de gente a lo largo de la jornada; una movida que crece de la mano de los stencils, los pantalones de gimnasia y las musculosas híper XL.

La recorrida por los otros escenarios nos muestra a bandas tocando para diez personas, algo así como el under sponsorizado. Pregunta inevitable: ¿hay otro beneficio además de chapear por el predio con la credencial de músico? Los que convocan más son los que ya tienen un nombre en la nueva escena pop: Proyecto Verona, Nerdkids, Hana. El resto pierde el minuto a minuto con la carpa esotérica, en la que cuatro pitonisas no dan abasto con la gran cantidad de jóvenes que parecen demasiado chicos para pretender conocer su futuro.

Mientras tanto, el aquí y ahora tiene a Los Auténticos Decadentes abarrotando el escenario Pepsi. A tono con su último trabajo (Club Atlético Decadente), los músicos se lookeraron como deportistas y largaron con “Somos”, la declaración de principios de la banda. La tendencia acentuada desde “Cualquiera puede cantar” (1997) se trasladó al Club Ciudad: Jorge Serrano y Diego Demarco compartieron protagonismo y micrófono con Cucho; y la multitud coreó historias de ositos de peluche y primas lejanas. Los pogos de las fiestas de 15 se recrearon con “Pendeviejo” y “La guitarra”, y los mayores cruzaron sonrisas cómplices en “Los Piratas”, de los que puedo asegurar había unos cuantos. El himno anti vegetariano “Algo hay que comer” dio la nota con un baile de lechugas, tomates y zapallos y  el  cierre ska con “Sigue tu camino” confirmó que Los Deca siempre garpan: una banda de esas que no irías a ver pero en los festivales entretiene.

Los escenarios alternativos, se colmaron recién con las patas más rockeras de la nueva movida pop. El Roxy fue testigo de Azafata, con los músicos bañados en purpurina y los adolescentes bailando con las pegadizas canciones de “Rockbit”, su rendidor álbum debut. Con mucho más rodaje en el under, pero con la dificultad de competir con Miranda, Adicta brindó un prolijo set en el escenario Pop Art.

Cuando se apagaron las luces en el CTI, los aullidos de los niños anunciaban la presencia de Miranda!: Ya eran mayoría las remeras y mochilas con el nuevo logo, cruza de cadena de hamburguesas y Chapulín Colorado, una buena idea para conquistar el norte en una banda que nunca hizo del marketing un pecado. El show de Miranda! empezó apagado desde el escenario, aunque el público festejaba cada una de las canciones. Ale Sergi, de traje rojo furia, y Juliana Gattas, de largo azul, explotaron una vez más sus diálogos musicales, tal vez el secreto de su éxito. Una inesperada escaramuza entre los más eufóricos provocó las palabras de Ale: “ya no se usa más pelearse en los recitales”; la versión de Juliana de “Love Fool” de los suecos The Cardigans; los instrumentos contorneados por guirnaldas multicolores. Algunos detalles de una banda que suena muy ajustada ante un público que les exige poco. Promediando el show, Ale Sergi se asume como frontman: por momentos camina la pista con el pie del micrófono a lo Freddie Mercury, por otros, abusa del falsete convirtiendo su buena voz en una elección sin medias tintas: o te resulta encantador, o se torna insoportable. El delirio llegó hacia el final, con los mega hits “Yo te diré”, “El profe” y Don”, que obligó a Lolo a un protagonismo que tendría que adjudicarse más seguido. Miranda! sólo cumplió. Su gente, por ahora, no le exige más.

El plato fuerte de la noche llegó con los Black Eyed Peas y su hip hop con guiños al rock y al pop, voces y bailes de primer nivel y pretensión multirracial. El escenario se modificó, presentando unas escaleras para el lucimiento de los cuatro cantantes y los bailarines que los acompañarán a lo largo de la noche.

El concierto se estructuró en base a los hits de la banda y el material solista de Will.i.am, carismático líder y productor estrella del universo pop (Ciara, Justin Timberlake, Michael Jackson); y Fergie, que canta y baila de manera notable (lo demás está a la vista). El resto también tuvo su lugar: Apl.de.ap, el otro miembro fundador, bailando breakdance y recordando su infancia en Filipinas en “The Apl song”. Y Taboo, abusando de su ascendencia latina con insoportables comparaciones demagógicas: ya sabemos que somos el mejor público del mundo, y también que nos terminó jugando en contra.

 “My humps” pone a todo el mundo a bailar y no puede faltar “More”, tema del comercial de la gaseosa auspiciante que los tiene como protagonistas. Como cierre de “Don’t lie” Fergie y el correcto guitarrista George Pajon Jr. juegan con “Sweet Chile o’Mine”, en una ensayada improvisación. Will.i.am toma la acústica y transforma “Hotel California” en “Hotel Buenos Aires”, jurando que desea abandonar Los Angeles y mudarse acá, porque las chicas están buenas y los pibes son de lo más cool. Basta de demagogia.

Las grandes emociones llegan con “Fergalicious” y “London Bridge”, del solista de la rubia, que las chicas cantan en perfecto inglés de instituto privado. “Seven Nation Army”, de los White Stripes se consolida como el riff de la década y “Don’t fhunk with my Heart” anticipa el final, en medio de coreos que harían las delicias de los jurados de bailando por un sueño. Para el cierre dejaron “Pump it” y “Where is the love”, obligado himno políticamente correcto en una banda con marketing multirracial.
 
Con una grilla demasiado extensa, el pop y el hip hop tuvieron la fecha que se fueron ganando con el tiempo. Una jornada a puro hit, no apta para rockeros ortodoxos, ideal para mover la patita con los dientes apretados y tratando que te vean lo menos posible.

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