Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Kraftwerk - Obras

Cronista: Redaccion La Bitacora | Fotos: Beto Landoni

12 de Noviembre, 2004

Kraftwerk - Obras

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Visionarios, pioneros, oportunos, adelantados. En las últimas décadas, la historia de Kraftwerk se ha escrito y relatado una y mil veces, pero los adjetivos para describir su relación como precursores de la música electrónica siempre estuvieron ligados al cuarteto alemán. Anteanoche, y ante una nutrida concurrencia, el Estadio Obras volvió a ser testigo -su anterior visita fue en 1998- de una performance impecable que superó las dos horas de duración y las innumerables expectativas del público. Voces robóticas y las sombras de los cuatro teutones tras el telón anunciaron el comienzo del concierto. Luego, y siguiendo su clásica postura en escena, cada uno se paró frente a su máquina. Sus herramientas de trabajo ya no son aquellos armatostes de antaño, sino diminutas laptops provistas de los mismos sonidos que alguna vez prenunciaron el futuro. Enfundados en sacos, pantalones y corbatas negras, sólo contrastados por sus camisas rojas, los alemanes arremetieron con "The Man Machine", un clásico de 1978. A sus espaldas, una pantalla panorámica instalada como telón de fondo, signada a retratar las historias, obsesiones, gustos y descripciones de clásicos de Kraftwerk como "The Robots", "Computer World", "Music Non Stop" y los más recientes "Aerodynamik", "Vitaminic" y "Elektro Kardiogramm", de "Tour de France Soundtracks" (2003). Músicos, seguidores de la electrónica y varios veteranos visiblemente emocionados se dejaron seducir por un paseo que no pudo evitar la melancolía, pero que en cada uno de sus tramos reveló sus virtudes. La reunión de la vanguardia académica con la música bailable, el tecno pop de los 80 y los sonidos tecnológicos cotidianos traducidos al lenguaje musical estaban allí, expuestos todos juntos y también con la intención de provocar diversas reacciones al mismo tiempo: bailar, reflexionar, incluso responder con palmas, con el clásico cántico "olé, olé, olé..." y hasta con el encendido de una bengala. Liderado por Ralf Hütter y Florian Schneider, el cuarteto estaba sobre el escenario de Obras para conducir un viaje mágico, que incluiría sus antiguos sueños premonitorios, las sugerencias planteadas desde hace tres décadas y la conclusión final de que hoy es aquel mañana que ayer los preocupaba tanto. Los ciclistas desafiando los caminos de montaña en pleno desarrollo del Tour de France; el Trans Europe Express conectando al Viejo Continente mucho antes de la llegada del euro; las autopistas ("Autobahn"), la vista nocturna de una ciudad iluminada por las luces de neón ("Neon Light", recientemente reinterpretada por U2) y los irreparables daños ocasionados por los estallidos nucleares, desde Hiroshima hasta Chernobyl ("Radio Activity"), se sucedieron en la pantalla. Eran las imágenes, a veces extraídas de antiguas filmaciones, otras de impactantes juegos visuales que combinan tipografías con ilustraciones, que sugería, inequívoca, la música. Sin fisuras, con un sonido impecable y envolvente, Kraftwerk reafirmó cuál es su lugar en la pirámide de la música pop de los últimos treinta años. Allí estuvieron todas y cada una de las melodías que aún hoy se utilizan, se samplean y hasta se plagian en la música para bailar, que rara vez conjuga lo que los alemanes han logrado, mover el cuerpo y las neuronas al mismo tiempo. Cerca del final, y luego de una primera despedida, el cuarteto fue consecuente con su prédica y dejó el escenario en manos de sus míticos robots ("We Are The Robots"). O quizá los robots fueron los que vinieron luego para el cierre definitivo del concierto: los cuatro teutones contorneados por líneas rectas fluorescentes para pedir que la música no se detenga ("Music Non Stop"), tal vez la causa más justa de la noche. Pastillas de todos los colores, el latido de un corazón entregado a un electrocardiograma, una calculadora japonesa? Los diversos pasajes del show irán reapareciendo entre los recuerdos de los asistentes con el correr de los días. Ya no importará en qué orden se vivieron y mucho menos si algunos de ellos son fruto de nuestra imaginación. Lo importante es haber vuelto a contar con Kraftwerk entre nosotros, justo en el fin de semana que una constelación de DJ invade Buenos Aires, divididos por el lugar que ocupan en el insólito ranking de dee jays. Eso sí que no lo anticiparon los germanos. Texto: Sebastián Espósito - La Nacion
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