Angra
Y la banda siguió tocando...
18 de Mayo, 2007
Con la excusa de presentar su nuevo disco, Angra volvió a pisar suelo argento y festejó quince años de carrera en el Teatro de Flores, en un show al que no le faltó prácticamente nada.
Seis años habían pasado del último paso visita de Angra a la Argentina, cuando el Teatro Rivadavia los recibió para la presentación de “Rebirth”. Con un nuevo trabajo bajo el brazo (“Aurora Consurgens”, 2006) los brasileros arribaron a otro teatro pero sobre la misma avenida (el de Flores) y con el agregado del quince aniversario de su carrera.
En aquel momento, la banda buscaba cual Fénix volver a levantarse tras haber perdido la mitad de su formación (André Matos, Ricardo Confessori y Luis Mariutti habían emigrado a Shaman) y los guitarristas Kiko Laurekio y Rafael Bittencourt presentaban a sus nuevos compañeros de ruta: Felipe Andreoli en bajo, Aquiles Priester en batería y la increíble voz de Edu Falaschi. Esa formación confirmaría que, contra todos los pronósticos, la banda tenía mucha tela para cortar. Y esta nueva visita no fue más que la confirmación de aquello: Angra continúa intocable en lo más alto de la música pesada de Latino América.
Bastante antes de que dieran las ocho de la noche, ya era prácticamente imposible encontrar un buen lugar en la parte de arriba, y el campo iba poblándose mientras Twilight llegaba al escenario. Como suele ocurrir con los soportes, el sonido “tardó un tema en acomodarse”, algo que sería común también en la presentación de Eydillion, un tanto más tarde. Sin embargo, la banda logró (acertadísimos covers mediante) un buen equilibrio e interacción con la gente. “Welcome to my World” y “Lost in Time” sonaron antes de que el nuevo cantante de Lorihen sumara sus voces a “The Trooper” (de Iron Maiden), mientras “My Beloved” y “Katrina” (con riffs y coros con destino de clásicos) predecirían la versión de “Eagle Fly Free”, de germanos Helloween.
Como antesala de los brasileros tuvo su turno Eydillion, probablemente una de las bandas con más promoción dentro del under local. Sin embargo, como dijimos también tras su presentación con Dio, la banda cae un lugar común a buena parte del ámbito local, y es que la propuesta suena -como mínimo- desactualizada respecto de las corrientes musicales que lleva hoy en día el heavy metal en otros lugares del mundo, incluso desde el punto de vista escénico. Esto no desmerece la capacidad de los músicos, que sostienen el vivo de manera perfecta, pero es un reflejo del estancamiento de la escena a nivel nacional.
Tras casi media hora de retraso, y un chequeo de batería que parecía demorarse para siempre, las luces se apagaron y a más de uno se le puso la piel de gallina cuando por los parlantes sonaba “Unfinished Allegro”, como introducción a la llegada de “Carry On”, con Laurekio y Bittencourt trepados a la batería a Priester.
A diferencia de lo que ocurre con otras bandas internacionales, la ventaja del idioma le permitió a los brasileros crear un vínculo más cercano con la gente, por lo que el recital se volvió, cuanto menos, más interactivo que de costumbre, si tenemos en cuenta el fluido portuñol de Falaschi. El “olé, olé, Angra, Angra” no se hizo esperar, y hasta estuvo acompañado de una improvisación de toda la banda sobre los cantitos de la gente, incluido el “feliz cumpleaños” por los quince años de carrera.
Musicalmente, la labor de los cinco es intachable. El dúo de guitarras es tan perfecto que por momentos genera más envidia que admiración, pero por sobre todas las cosas, resulta increíble el nivel de coordinación entre los músicos, como si los cambios a velocidades exorbitantes fueren cosa de chicos. Por si fuera poco, en las caras se nota que cada uno se está divirtiendo arriba del escenario, además de dar cátedra sobre su instrumento. Respecto de Edu Falaschi, hoy resulta una obviedad situarlo entre los mejores cantantes del género, pero hay que recordar que siete u ocho años atrás nadie había escuchado jamás su nombre, lo cual no es poca cosa.
En cuanto al concierto en sí, tal vez faltaron algunos clásicos precisamente de la etapa con Matos, de la que apenas sonaron “Nothing to Say”, “Z.i.t.o” y “Wings of Reality”, pero también hay que recalcar algunas versiones que lograron casi erizar la piel, como la de “Acid Rain” o las impresionantes “Heroes of Sand” y “Rebirth”.
Para el final llegaría un cierre más que particular, que bien sirve para ilustrar el buen clima que se respiraba en Flores. Kiko Laurekio cambia micrófono por guitarra con Edu Falaschi (que pelaría solo y todo), mientras Priester ya le había cedido la batería a Andreoli, para darle forma a una rockera versión de “Come Toghether” de los Beatles. Mientras abajo a más de uno no le daban las manos para sacar fotos o filmar lo que pasaba, Kiko jugó a ser argentino: “¿Y boludo, una masa no?”.
Habría más incluso. Nuevo cambiazo, Laurekio va tras los parches, Bittencourt le da la guitarra a Felipe y se hace cargo él del micrófono, para cerrar finalmente con el que sea probablemente el riff más clásico de la historia: Smoke on the Waters, de Deep Purple. Para destacar el solo de Andreoli en la guitarra, que dejó boquiabierto de más de uno.
Angra se mostró no solo en un gran momento musical, sino con una gran vitalidad como banda. Si bien han pasado ya varios años, no hay que olvidar que tiempo atrás muchos dudaban de cuánta vida le quedaba como proyecto, y hoy siguen siendo un nombre de peso para el heavy metal latinoamericano y mundial. Felices quince, y que cumplas muchos más.
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