Motorhead
Con sabor a revancha
Cronista: Gentileza: Pablo Gabriel Krause | Fotos:
Beto Landoni
04 de Mayo, 2007
Motrhead logr dejar atrs los fantasmas de su ltima visita, y reivindic su honor el viernes por la noche en el Luna. Una verdadera leyenda viviente del rock and roll.
En mayo de 2004 (cuando todava faltaban siete meses para Croman, y en un hecho totalmente inusual para un recital de heavy metal), un estpido prenda una bengala en un colmadsimo Hangar, y el humo haca que Lemmy Kilmister deba retirarse con apenas cincuenta minutos de show. Fue tal la batahola desatada, que en los colectivos haba gente con cables, cajas y fierros de la batera, producto de un literal saqueo al escenario.
Si bien fuimos muchos lo que pensamos que, despus de la barbarie en el local de Liniers, Motrhead difcilmente pisara suelo argentino de nuevo, el tro ingls volvi por quinta vez a Buenos Aires. Esta vez en condiciones ms acordes para una banda de treinta aos de trayectoria, ya que era el Luna Park quien aguardaba la llegada de la ms duradera de sus formaciones: Mikkey Dee en batera, Phil Campbell en guitarra, y el sexagenario Lemmy Kilmister rasgando las cuatro cuerdas, casi tan speras como su voz.
El primer acto de apertura estuvo a cargo de los Tristemente Clebres La banda de Eduardo De la Puente sali a escena con una actitud radicalmente diferente a la que era su costumbre, tanto en imagen como en sonido. Nada de bermudas (ya era hora de que Edu cambie el vestuario) ni musculosas entalladas, esta vez fueron remeras de Motrhead y chaleco de jean. El set fue mucho ms duro que lo habitual, con canciones fuertes y una actitud ms heavy sobre las tablas. Algo que sumado al cover de Destruccin, de V8, les evit los escupitajos que haban recibido, por ejemplo, con Judas Priest.
Despus llegara O‘connor, que levant y mucho a la gente, ms all de algunas puteadas a cargo de los partidarios de Ricardo Iorio. La banda del ex Hermtica y Maln, mostr que tiene con qu respaldar en vivo el progreso que muestran sus discos: sonido bien grueso, con la guitarra al frente y un nuevamente barbudo Claudio Oconnor que sin dudas est entre los mejores cantantes del gnero.
Finalmente, los aplausos llovieron desde todo el estadio cuando el Tano Romano (compaero de Claudio en sus dos bandas anteriores) se colg la viola para Memoria de Siglos, clsico de la H, que es nmero puesto en los shows de O‘connor.
De ah en adelante, toda la adrenalina tpica de los ltimos minutos antes de un show. La gente coreando, plomos de un lado para el otro (siempre hay un gordo con quien descargarse), y el amontonamiento ni bien se empiezan a apagar las luces. Con toda la tranquilidad del mundo, Lemmy Kilmister se acerca al micrfono, prueba el bajo, mira a sus compaeros y entonces sentencia, por si alguien an no lo saba: We are Motrhead, and we play rock and fucking roll. Y entonces s, el delirio llegara con Doctor Rock y Stay Clean.
Entre la potencia del sonido, la entrega de la banda, y el incesante pogo en el colmado campo del Luna (no as plateas y populares), el concierto se viva de manera intensa. Muchos clsicos: Metropolis, Over the Top, la increble The Chase Is Better Than The Catch, y el clsico solo de batera en Sacrifice. La frutilla del postre fue el cocacolero que, por error, termin en el medio de la ronda de pogo en One Night Stand. Si bien el tipo pudo salir despus de unos cuantos golpes (cada incluida), todava debe estar buscando la bandeja.
El show tuvo tambin sus sorpresas, como Rosalie, clsico de Thin Lizzy dedicado expresamente al difunto Phil Lynott (lder de la mtica banda irlandesa), y el Motrhead Unplugged, como definira Lemmy a la versin de Whorehouse Blues, con Mikkey Dee empuando la acstica y el mismsimo Kilmister hacindose cargo de la armnica. Ideal para bajar un cambio y juntar fuerzas para el final, despus de lo que haba sido la seguidilla de Going To Brazil, Killed By Death y Iron Fist. Nobleza obliga, una vez enchufados llegara el cierre casi obligatorio, con Ace of Spades y Overkill.
Implcitamente, para aquellos que habamos estado en Hangar durante su ltima visita, la noche del viernes era la revancha de ese show que haba quedado truncado. As lo entendi tambin la banda, que a pesar de que sus shows no suelen durar ms de sesenta minutos (hay que tener en cuenta que don Kilmister cumpli 62 aos en diciembre), prcticamente no se dieron respiro durante una hora y media del ms duro rock and roll. Eso es Motrhead. Eso fue a buscar la gente, y eso es exactamente con lo que se encontr. Lemmy, no te mueras nunca.
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