Kinky
¡Es para el Chavo que lo mira por TV!
09 de Febrero, 2007
Hay unos mexicanos que se hacen llamar Kinky. Hacen electrónica y suenan bien. Tocaron en Niceto y la rompieron.
A está década solo le quedan tres años. La electrónica inundó todos los géneros logrando sentarse, acomodarse y prenderse un pucho largísimo sin saber cuando lo piensa apagar.
A modo de adaptarse a un sonido, a una moda, a una ola de gustos por lo mismo, muchos fueron los que se animaron a meter samplers, loops y sintetizadores a sus discos para también ser parte de este movimiento generacional, como lo fue en su momento el pop, el punk y el rock.
Las opciones vienen de todos los rincones del mundo, ya sea desde Tailandia, Islandia, Colombia o Mali. La electrónica está en todos lados, en todos los oídos y en todas las radios esperando expandirse y desenchufar por una buena vez todas las guitarras del universo. Sin embargo, hay algunos que se permiten jugar, experimentar y convencernos de que la fusión es sana si está bien lograda. Kinky es uno de los tantos que saben aprovechar este fenómeno tan tecnológico para crear una ensalada gigante apta para todo público.
Para demostrarlo aterrizaron en Ezeiza y armaron una fecha en Niceto. Palermo se volvió loco y las chicas salieron de sus cuevas con sus mejores zapatos, rociadas con sus mejores perfumes y peinadas como modelitos de Giordano, para estar lindas, coquetas y perfectas para la ocasión: ver a cinco mexicanos vestidos de mexicanos tocando cosas poco mexicanas.
Solo una cuestión de actitud
A veces no importa qué tan bien se toque con tal de ponerle ganas. El rock no es sólo un sonido, sino una manera de ser, caminar, comer, mear y vivir. El punk nació como una contracultura a todos los perfectos del momento. Nadie sabía tocar sus instrumentos, pero sonaban bárbaro.
Los mexicanos no sólo demostraron un excelente manejo de sus equipos de trabajo, sino del escenario y de las masas. El bajista Cesar Pliego corría por todo el escenario, pisando fuerte haciendo sonar unas botas grandes y negras al ritmo de la batería de Omár Góngora, mientras Gil Cerezo (sí, Gil) desparramaba hits para todos lados: “Cornean”, “Great Spot” y “Adonde Van”, todas de seguido y con algún agradecimiento de por medio. Ellas deliraban, ellos saltaban. Todos la pasaban bien. Niceto estaba lleno.
Desde arriba, Fernando Ruiz Díaz de Catupecu Machu y Lolo de Miranda miraban contentos. Siempre tan cool, siempre tan a la moda, no podían dejar pasar esta oportunidad de bailar temas como “Do U Like It” y “Más”.
Kinky es un estallido constante de sonidos de rock, samba y mucho funk sobre una base electrónica. La batería suena fuerte, el bajo constante, igual, justo. El culo siempre moviéndose, las manos arriba, todos saltan, todos se alegran de escuchar “Sister Twisted”, primer tema de su último trabajo Reina. Le siguen “Ejercicio”, “Sol” y “Coqueta”. No hay quejas.
Ellos agradecen, no tienen mucho para decir. Sólo que “están contentos de estar en Argentina”, y blablabla. Lo mismo de siempre. Cuando no se tiene nada nuevo que decir, es mejor cantar. “León” y “Radio” amagaban un final. Pero a las chicas todavía les quedaba aire, así que pidieron otra y los de Monterrey les dieron el gusto: “Presidente”, del segundo disco Atlas, lanzado en el 2003.
Show corto pero justo de una banda que nos vino a decir que en México no todo es Maná, Belinda, Julieta Venegas o el Chapulín Colorado, y que si tienen ganas, en sólo quince temas, te llenan la cabeza de melodías y un buen uso de la electrónica.
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