Revista El Bondi - 15 AÑOS DE ROCK
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Las Pastillas del Abuelo

Rebotin, Rebotan

Cronista: Gentileza: Sebastian Saavedra | Fotos: Beto Landoni

11 de Noviembre, 2006

Rebotin, Rebotan

El Teatro de Colegiales explotó de gente empastillada. Aunque en el fin de semana estaba el Creamfields, el éxtasis lo pusieron Las Pastillas del Abuelo.

Gente, calor, más gente, más calor. Esa podría ser la síntesis más pequeña de lo que fue esta tripleta sold out de Las Pastillas del Abuelo en el Teatro de Colegiales. Es que los pibes del Sensei, con la excusa de la presentación de su nuevo disco llamado “Las Pastillas del Abuelo”, volvieron a reunirse con su público capitalino luego de cuatro largos meses, y como no podía ser de otra manera, fue una verdadera fiesta empastillada.

Y... aunque la cosa arrancó un poco down, porque de los cuatro temas iniciales, tres pertenecieran al disco lanzado el viernes 10,  Las Pastillas demostraron que, más allá de ser una banda cada vez más ensayada y aceitada, el clima y la pasión de sus shows lo pone La 20. Esa suerte de barrabuena, y para nada brava, que tienen los pibes del Abuelo. Por eso recién en el quinto tema (“Almafuerte”) se desató el primer pogo de la noche, y entonces el Pity (ese showman exaltado que contagia hasta al que no tiene ganas de estar ahí) aprovechó el clímax para saludar a la gente y aclararles: “La vida es una sola, así que no se queden con ganas de nada. Vivamos esta fiesta como si fuese la última, como siempre. ¡¡¡Dale che!!!”. Y su público no lo defraudó, mientras de fondo sonaban “Historias”, “Doctora”, “Viejo” (con la participación acertadísima de las voces de los chicos de La Cusca) y “Por colectora”, con algunos problemitas de sonido en cuanto a acoples y la ausencia de volumen en los coros (cosa que se repitió durante todo el show).

“Mirá que esta no es la misma. Tengo varios modelos, je”, le contestaba el Pity Fernández a uno de los de abajo sobre su repetida remera del Colegio Mariano Acosta. Es que la voz de Las Pastillas trata a su público como un grupo de amigos: les habla, los carga, les tira besos, les saca la lengua y hasta reconoce totalmente fuera de libreto como en una ronda de cervezas: “Estamos muy contentos con este nuevo disco, pero al que encuentre las más de diez fallas en el librito le regalamos un cd con las letras en perfecto estado”.

Las sonrisas, generales, fueron el descanso perfecto para que se venga lo mejor de la noche. Y así, al ritmo de la fiesta electrónica más grande del mundo, la gente  cantó, saltó y bailó haciendo temblar el piso de un Colegiales extasiado de rock y candombe en temas como “Peldaño” (donde Pity se tiró de cabeza al público), “Cubano”, y las historias de amor totalmente no convencionales como “La Casada” y “Lo más fino”.

Para la recta final, todos esperaban “El Sensei” y “La Cerveza”, pero... “Se cansaron un poco de esos temas”, comentaron algunos allegados a la banda. Por eso  “Skalipso”, “Perdido”, “El Cowboy” y “Vuelta de tuerca”, fueron las canciones donde la escala ritcher de pogo, alcanzó el término “Al palo”, para cerrar una noche que afianza a la cada-día-más-fiestera banda de Caballito y aledaños.
            
No anduvieron de la pista a la cabina, pero la gente se las pasó saltando y rebotando con Las Pastillas del Abuelo, esos pibes en pleno ascenso, que van dejando de ser una banda de grafitti e internet, para transformarse en una fiesta de vivo y en directo.

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